El pasado domingo, circulaba por casa el dominical de El País, como de costumbre. Al abrir el correo, como de costumbre también en una mañana de domingo, me encontraba con un mail de la lista de correo de la SESBE en el que se recomendaba un artículo, de Sampedro, donde se defendía la teoría de la selección natural por selección natural frente al pensamiento arcaico e infundado creacionista. Aunque interesante, mi atención se centró en otro autor, uno que aprendí a admirar gracias a Brainy y esas eternas discusiones en los pasillos de la facultad. Ese columnista de los viernes, autor de innumerables obras literarias, tertuliano habitual de las tardes radiofónicas, J.J. Millás.
La labor de los blog científicos es intentar (al menos, con más o menos éxito) conectar a todos aquellos, más o menos conocedores de la ciencia, con esta rama del conocimiento. Ya no vale el argumento de ser de ciencias o de letras para desconocer totalmente lo típico del otro. La batalla entre ambas ramas del conocimiento debe pertenecer al pasado (ver, ver). En ese ámbito colocamos el artículo de Millás. El autor describe (con la maestría de un escritor) y desde su prisma, aunque asesorado por científicos, la vida de una pareja de moscas de la fruta. En biología, estos animales son un modelo fundamental de estudio y suponen el medio sobre el que se testan multitud de pruebas en favor de la evolución. Su reducido tamaño, que supone un abaratamiento en su mantenimiento en términos de espacio y comida, y su alta tasa de multiplicación las posicionan como unos organismos ejemplares para estos estudios. Pero la visión de Millás no sólo sirve para acercar a los profanos en la vida de las moscas a las características típicas de su ciclo vital o de su estudio, también nos da a los que estamos más familiarizados con su manipulación una visión distinta de estos organismos. Él también se pregunta, en cierto modo, por qué las moscas son animales de segunda (ver) y nos recuerda que esos animales tienen vida (y resulta fascinante), algo de lo que posiblemente nos olvidemos cuando nos acostumbramos a tratalos como meros instrumentos en los que comprobar nuestras hipótesis. Desde aquí una recomendación a su lectura.
9 comentarios:
Hay un autor que dedicó todo un libro a las moscas buscando citas en libros y escribiendo él alguna que otra cosa. Era Augusto Monterroso, del que casi nadie se acuerda ya hoy pero que era un muy buen escritor. El libro, Movimiento perpetuo.
Y me viene a la memoria otro cuento de Cortázar a la memoria que está en Último Round (creo).
Aunque en los dos casos se trata de textos más literarios que científicos.
En cuanto tenga un rato leo el texto de Millás. Un saludete desde la distancia.
Creo que Sampedro no es de fiar, te descuidas un poco y te deconstruye a Darwin en un plis plás
El comentario anterior sobre Sampedro, discipulo de Gines Morata y de Antonio García Bellido es tan tontamente malintencionado que debe ser envidia. El Libro Deconstruyendo a Darwin es espléndo, d elo mejor que se ha escrito en alta divulgación en este país
A lo que iba. El artículo de Millás demuestra que la visión del profano, cuannddo es inteligente, curioso y con talento, puede ser muy interesante
Lansky
Sí el libro de Sampedro es espléndido y muy clarificador, pero deconstruye a Darwin, lo deconstruye mucho, lo demuele.
Pepe,amiguete: Derrida era un jeta, Darwin y, si a eso vamos, Sampedro desde luego que no. Así que dejate de jueguecitos obsoletos; a Darwin ya le intentó demoler (que no deconstruir) la Iglesia católica y no lo consiguió.
En el artículo que citamos, Sampedro hace una defensa de la teoría presentada por Darwin frente a las mamarrachadas creacionistas. Pero asumiento por donde van los tiros de Pepe, recomendaría un par de textos. Además de Los retos actuales del darwinismo, me gustaría recomendarte la lectura de Reconstruyendo a Darwin, artículo de libre acceso de publicado en el segundo número del segundo volumen de eVolución y firmado por el profesor Fontdevila. Los mecanismos que generan diversidad deben someterse a selección (selección natural) para perpetuarse o desaparecer. Los primeros son la gasolina, el segundo el motor.
Parasite:
sampedro no niega eso tan elemental que mencionas.
Los peores defensores del Darwin son los que afirman que todos los mecanismos de la evolución están elucidados y que "sólo" la selección natural y las mutaciones aleatorias se bastan y sobran para explicarla. Yo también me remito a la polémica entre Jay Gould Y Eldridge por un lado, y Dawkins por otro.
Lansky, ya se que no lo niega, es innegable. Una cosa son los mecanismos que generan diversidad y otros los procesos de selección. No hay que perder el norte y dejar de entender que los primeros no son más que eso, generadores de diversidad. Yo no digo otra cosa que, hay que desenmascarar estos mecanismos, desde la simbiogénesis a los avances en ramas como la embriología o la genética, nos descubren cada día nuevos mecanismos que generan diversidad, pero es indudable que su expresión en el fenotipo y la selección actuando sobre esos fenotipos son los que a la postre se encargan de los procesos de especiación.
Saludos Lansky!
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