A pesar de las controversias parece aceptado el origen africano del hombre moderno. Uno de los hombres que más contribuyó a que esta idea progresase fue Raymond Dart, al que rendiremos hoy un merecido tributo (a pesar de algunas otras ideas de su cosecha poco afortunadas).
Raymond Dart nació en Australia pero partió hacia Inglaterra para estar a las órdenes del mejor paleontólogo de su época, sir Arthur Keith, quien en 1922 le envió a Sudáfrica, para cubrir un puesto de profesor en el Departamento de Anatomía de la Universidad de Johannesburgo. La travesía le llevó dos semanas y cuando llegó se encontró con un panorama desolador, pues las instalaciones y los medios con los que contaba la universidad eran más bien mediocres. Pero a pesar de la falta de medios Dart no se desanimó. Les pidió a sus alumnos que trajesen a clase cualquier hueso que encontrasen para después analizarlo allí. En 1924 una alumna, Josephine Salmons, llevó a clase un cráneo de mandril extinto. Dart se interesó por el lugar donde Josephine había encontrado el cráneo, una región caliza al borde del Kalahari a 650 kilómetros de Johannesburgo, la cantera de Taung. Dart se puso en contacto con la cantera y pidió que le envíasen todos los restos óseos que se encontrasen en la cantera.
El 28 de noviembre de 1924 llegan dos cajas de la cantera de Taung. Abre la primera y no encuentra nada interesante. Abre la segunda y allí encuentra un molde fosilizado de un pequeño cráneo. Con ayuda de un cincel y unas agujas de punto fue deshaciendo el molde hasta dejar al descubierto el cráneo de un niño con dentadura completa, al que Dart llamó el niño de Taung.
El hallazgo de este fósil permitió a Dart proponer el origen africano del hombre. Cuando envió los resultados de su hallazgo a Inglaterra se llevó la sorpresa de que fueron ampliamente rechazados. Por aquel entonces se creía que el cráneo de Piltdown hablaba mucho más del origen del hombre que aquel pequeño cráneo que él presentaba (el cráneo del hombre de Piltdown era mucho más grande que el de Taung). Además, los prejuicios raciales estaban todavía muy arraigados y no parecía plausible que el hombre blanco europeo tuviese su origen en el hombre negro africano que hasta hacía poco había sido usado como esclavo. Incluso hasta Arthur Keith rechazó el hallazgo y afirmó que el cráneo del niño de Taung en realidad pertenecía a un bebé de gorila.
Por aquel entonces Dart conoció a Robert Broom, un médico y paleontólogo escocés muchos años mayor que él y que supo apreciar el hallazgo en cuanto lo vio. Tanto es así que se postró ante el cráneo para ofrecerle sus respetos al ancestro más antiguo hasta entonces conocido del ser humano. Robert Broom era un tipo excéntrico que cuando hacía mucho calor realizaba el trabajo de campo completamente desnudo, lo que en Sudáfrica ocurría muy a menudo. Se decía de él que realizaba experimentos anatómicos sospechosos con sus pacientes más pobres y dóciles y que cuando se moría alguno de ellos, lo que ocurría con frecuencia, lo enterraba en el jardín de su casa para después desenterrarlo y seguir con sus estudios anatómicos.
En 1931 Dart presentó el fósil personalmente en la Sociedad Geológica de Londres pero su presentación se vio diluida por la presentación previa de los restos del hombre de Pekín, que presentaban un mayor tamaño craneal, lo que encajaba mejor con las ideas imperantes por entonces, por lo que se veía más el origen del ser humano en Asia. Pero a partir de entonces comenzaron a hacerse descubrimientos en Africa. En 1936 Robert Broom se dedicó a buscar un cráneo adulto similar al del niño de Taung. En Sterkfontain, otra cantera, encontró un cráneo de mandril y eso le puso alerta. Habló con el director de la cantera, que vendía los fósiles que encontraban a los visitantes y este le ofreció el molde de un cerebro homínido en perfecto estado y un cráneo parcial con 4 dientes. Se dedicó desde entonces a estudiar los cráneos y las rocas donde se habían encontrado y llegó a la conclusión de que dichas rocas eran más antiguas que las de los otros fósiles encontrados hasta entonces. Robert Broom describió el cráneo mejor conservado como el de una mujer. Metafóricamente hablando, esa mujer era la madre del niño de Taung. Tanto el niño de Taung como su madre pertenecían a la especie Australopithecus africanus (denominación propuesta por Dart y que nunca gustó a los paleontólogos de la época por mezclar raíces latinas y griegas).
Las pruebas del origen africano del hombre comenzaron a ser muy numerosas y finalmente Arthur Keith, en un alarde de honestidad científica, aceptó que había estado equivocado y escribió una carta a Broom y otra en Nature admitiéndolo. Por último, en 1950 de descubrió que el cráneo de Piltdown no era más que una falsificación. Uno de los sospechosos en aquella treta fue el mismísimo Arthur Keith.
Se puede consultar el artículo original de Dart en Nature acerca del cráneo del niño de Taung pinchando aquí. No dejéis de leerlo, aunque sólo sea para apreciar la diferencia entre los artículos científicos de entonces, donde los descubrimientos eran casi novelados, frente a la asepsia empleada hoy día para describir los resultados obtenidos.
Raymond Dart nació en Australia pero partió hacia Inglaterra para estar a las órdenes del mejor paleontólogo de su época, sir Arthur Keith, quien en 1922 le envió a Sudáfrica, para cubrir un puesto de profesor en el Departamento de Anatomía de la Universidad de Johannesburgo. La travesía le llevó dos semanas y cuando llegó se encontró con un panorama desolador, pues las instalaciones y los medios con los que contaba la universidad eran más bien mediocres. Pero a pesar de la falta de medios Dart no se desanimó. Les pidió a sus alumnos que trajesen a clase cualquier hueso que encontrasen para después analizarlo allí. En 1924 una alumna, Josephine Salmons, llevó a clase un cráneo de mandril extinto. Dart se interesó por el lugar donde Josephine había encontrado el cráneo, una región caliza al borde del Kalahari a 650 kilómetros de Johannesburgo, la cantera de Taung. Dart se puso en contacto con la cantera y pidió que le envíasen todos los restos óseos que se encontrasen en la cantera.
El 28 de noviembre de 1924 llegan dos cajas de la cantera de Taung. Abre la primera y no encuentra nada interesante. Abre la segunda y allí encuentra un molde fosilizado de un pequeño cráneo. Con ayuda de un cincel y unas agujas de punto fue deshaciendo el molde hasta dejar al descubierto el cráneo de un niño con dentadura completa, al que Dart llamó el niño de Taung.
El hallazgo de este fósil permitió a Dart proponer el origen africano del hombre. Cuando envió los resultados de su hallazgo a Inglaterra se llevó la sorpresa de que fueron ampliamente rechazados. Por aquel entonces se creía que el cráneo de Piltdown hablaba mucho más del origen del hombre que aquel pequeño cráneo que él presentaba (el cráneo del hombre de Piltdown era mucho más grande que el de Taung). Además, los prejuicios raciales estaban todavía muy arraigados y no parecía plausible que el hombre blanco europeo tuviese su origen en el hombre negro africano que hasta hacía poco había sido usado como esclavo. Incluso hasta Arthur Keith rechazó el hallazgo y afirmó que el cráneo del niño de Taung en realidad pertenecía a un bebé de gorila.
Por aquel entonces Dart conoció a Robert Broom, un médico y paleontólogo escocés muchos años mayor que él y que supo apreciar el hallazgo en cuanto lo vio. Tanto es así que se postró ante el cráneo para ofrecerle sus respetos al ancestro más antiguo hasta entonces conocido del ser humano. Robert Broom era un tipo excéntrico que cuando hacía mucho calor realizaba el trabajo de campo completamente desnudo, lo que en Sudáfrica ocurría muy a menudo. Se decía de él que realizaba experimentos anatómicos sospechosos con sus pacientes más pobres y dóciles y que cuando se moría alguno de ellos, lo que ocurría con frecuencia, lo enterraba en el jardín de su casa para después desenterrarlo y seguir con sus estudios anatómicos.
En 1931 Dart presentó el fósil personalmente en la Sociedad Geológica de Londres pero su presentación se vio diluida por la presentación previa de los restos del hombre de Pekín, que presentaban un mayor tamaño craneal, lo que encajaba mejor con las ideas imperantes por entonces, por lo que se veía más el origen del ser humano en Asia. Pero a partir de entonces comenzaron a hacerse descubrimientos en Africa. En 1936 Robert Broom se dedicó a buscar un cráneo adulto similar al del niño de Taung. En Sterkfontain, otra cantera, encontró un cráneo de mandril y eso le puso alerta. Habló con el director de la cantera, que vendía los fósiles que encontraban a los visitantes y este le ofreció el molde de un cerebro homínido en perfecto estado y un cráneo parcial con 4 dientes. Se dedicó desde entonces a estudiar los cráneos y las rocas donde se habían encontrado y llegó a la conclusión de que dichas rocas eran más antiguas que las de los otros fósiles encontrados hasta entonces. Robert Broom describió el cráneo mejor conservado como el de una mujer. Metafóricamente hablando, esa mujer era la madre del niño de Taung. Tanto el niño de Taung como su madre pertenecían a la especie Australopithecus africanus (denominación propuesta por Dart y que nunca gustó a los paleontólogos de la época por mezclar raíces latinas y griegas).
Las pruebas del origen africano del hombre comenzaron a ser muy numerosas y finalmente Arthur Keith, en un alarde de honestidad científica, aceptó que había estado equivocado y escribió una carta a Broom y otra en Nature admitiéndolo. Por último, en 1950 de descubrió que el cráneo de Piltdown no era más que una falsificación. Uno de los sospechosos en aquella treta fue el mismísimo Arthur Keith.
Se puede consultar el artículo original de Dart en Nature acerca del cráneo del niño de Taung pinchando aquí. No dejéis de leerlo, aunque sólo sea para apreciar la diferencia entre los artículos científicos de entonces, donde los descubrimientos eran casi novelados, frente a la asepsia empleada hoy día para describir los resultados obtenidos.
5 comentarios:
con respecto a nuestros ancestros y la referencia a Nature, nada más leer el artículo, me acordé de los recientes descubrimientos en Atapuerca. Han pasado los años y aún se pueden encontrar similitudes entre entonces y ahora. Como con el caso del "timo" del cráneo de Piltdown, esto me recuerda un poco al caso de Flores, en los que la polémica está servida, con las lógicas e importantes diferencias, uno es un timo y lo otro podría ser más bien un error.
La figura de Dart se hace aún más grande si tenemos en cuenta las salvajes críticas que recibió cuando publicó sus primeros estudios.
Como anécdota recuerdo que algunos incluso llamaron "Dartefactos" a las industrias líticas más primitivas descritas por él, pasando directamente de la crítica científica al ataque personal.
En fin, quien ríe el último ríe mejor.
Buen artículo in memoriam.
El rano, estoy de acuerdo contigo en que siempre parecen un poco más héroes aquellos que han ido contracorriente y después han demostrado tener razón. Al final las pruebas son las que valen. Y me parece también muy de elogiar la actitud de Keith, que a pesar de que en principio denostó las pruebas presentadas por Dart finalmente hincó la rodilla y aceptó su derrota, algo que no es fácil de ver hoy día, incluso en ciencia, donde se supone que son las pruebas las que deben prevalencer.
la técnica alexander trabaja hoy el estudio del movimiento gracias a los procedimientos que él estableció acerca de los cambios físicos producidos desde los reptiles hasta el hombre moderno, la neurofisiología también lo utiliza... en fín, todo un regalo!
Al principi del documental no em va agradar molt, però de cada vegada es va fer més interessant.
Trob que va ser un gran descobriment.
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