A mediados del siglo pasado los psicólogos conductistas dominaban los estudios con animales en el laboratorio. Aunque sus trabajos fueron muy importantes para la implantación del método científico en la psicología y sentaron algunas de las bases actuales de la conducta, lamentablemente sus concepciones acerca del funcionamiento del cerebro no eran muy acertadas, sobre todo en lo que se refiere a la existencia de la mente. Consideraban que los animales carecían de ella y que se comportaban como meros autómatas. Sin embargo, unas décadas antes Darwin ya había sostenido que el cerebro de los humanos era un producto del proceso evolutivo y que, por tanto, muchas de las capacidades que poseemos se aprecian ya en otros animales. Como dijo Jacob, la evolución es un proceso de bricolaje en el que se van sumando piezas a lo ya construido.
Con el paso de los años se vio que los conductistas estaban equivocados en sus concepciones acerca del cerebro. Ya se conocían algunos casos de inteligencia animal, pero a mediados del siglo pasado comenzaron a estudiarse de forma más sistemática. Desde entonces son famosos los casos de primates, como Kanzi o Washoe, que consiguieron comunicarse a través del lenguaje de signos, cuervos o primates que son capaces de emplear herramientas para conseguir comida, chimpancés capaces de emplear palos y lanzas para cazar, primates o ratas que poseen el concepto de número (algunos incluso llegan a sumar pequeñas cantidades), ovejas capaces de recordar caras tanto de otras ovejas como de humanos por un largo período de tiempo (hasta dos años), o pulpos capaces de aprender por simple observación.
Estos ejemplos suelen ser buenos para apoyar la teoría evolutiva. Es, en parte, lo que toma como base para sus estudios la psicología evolucionista. Su tesis es la siguiente: dado que el cerebro es un producto evolutivo y que la mente no es más que el cerebro en funcionamiento, la mayoría de las capacidades cognitivas que poseemos los humanos no son más que herencias de un pasado evolutivo. Basándose en esta tesis se han propuesto ideas muy interesantes y, en mi opinión, muy plausibles acerca de la moralidad, el arte, o el altruismo. Por tanto, descubrir que los animales son inteligentes y que comparten muchos rasgos de inteligencia con nosotros es un buen paso para aceptar la teoría evolutiva, aunque, por supuesto, no es un argumento definitivo.
Pero en el otro extremo de la cuestión se encuentran aquellos que tienden a exagerar la inteligencia de los animales, del mismo modo que a cada madre su hijo le parece el más guapo y el más listo de todos, y consideran que las diferencias entre humanos y otras especies a nivel cognitivo son una mera cuestión de cantidad y no de grado. A veces la vehemencia en sus argumentos les lleva a afirmar que apenas nos distinguimos de un chimpancé, sin advertir que los humanos podemos decir eso (porque podemos hablar), que podemos escribirlo, publicarlo en un periódico o decírselo a alguien a través de Internet, en una casa con aire acondicionado, mientras nos bebemos un whiskey escocés.
El problema al evaluar la inteligencia de los animales suele residir en diseñar los experimentos correctamente. Existen muchas variables que para nosotros pueden pasar desapercibidas y que, sin embargo, el animal puede percibir perfectamente. Ahí van un par de ejemplos:
-Posiblemente el caso más famoso en este sentido es el del caballo Hans el Listo, que era un caballo alemán que podía, según su dueño, contar, sumar y contestar a cuestiones de toda índole, incluidas las de temática política. Efectivamente parecía que el caballo tenía una capacidad extraordinaria para realizar cálculos matemáticos. Se le planteaba el problema y el caballo comenzaba a golpear el suelo hasta que alcanzaba el resultado correcto, recibiendo su correspondiente recompensa. ¿Cuándo se descubrió que Hans no tenía tal capacidad? Cuando se le impidió ver las caras de aquellos que estaban presenciando las pruebas. Hans el Listo era listo pero no porque supiese realizar operaciones aritméticas sino porque era capaz de advertir gestos inconscientes de las personas que presenciaban sus pruebas. Cuando golpeaba repetidamente el suelo había un momento (cuando había alcanzado el resultado esperado) que las caras de los allí presentes se relajaban o mostraban algún gesto diferente y esas pistas eran aprovechadas por Hans para dar con la solución. Al problema planteado
-Otro caso no tan famoso pero también muy elocuente fue el de unos monos capuchinos a los que se les realizó una prueba de categorización. Se expuso a los monos a dos tipos de diapositivas, unas que contenían personas y otras “no personas”. Los monos sólo tenían que pulsar el botón adecuado y si acertaban recibían una recompensa. Después, cuando ya habían entrenado suficiente se pasaba a los monos diapositivas de personas y “no personas” completamente nuevas, para ver si habían sido capaces de crear esas dos categorías. Los resultados iniciales fueron muy prometedores, con un 75% de acierto en las diapositivas nuevas. Pero los investigadores no se conformaron con ese resultado y estudiaron a fondo las diapositivas por si hubiese alguna pista que ellos no detectaban pero los monos sí, del mismo modo que había ocurrido con Hans el Listo. Para ello, analizaron el nivel medio de brillo y los objetos que aparecían en el fondo de las diapositivas. Finalmente lo que descubrieron fue que una proporción significativa de diapositivas categorizadas incorrectamente por los monos como pertenecientes a “persona” tenían una mancha roja en algún lugar de la imagen. De esas diapositivas que realmente eran de “no persona”, las que se identificaban con mayor probabilidad como persona tenían una mancha roja como característica de un animal o una flor. Por tanto, los monos no parecían utilizar las categorías de los experimentadores en absoluto; si acaso, categorizaban las imágenes usando criterios muy diferentes de los que los seres humanos que habían diseñado la prueba habían imaginado. He encontrado este libro online de los autores que trata en profundidad algunos de los temas de este apunte.
Estos dos casos no son ejemplos de que los animales no sean inteligentes. De hecho Hans el Listo y los monos capuchinos fueron capaces de conseguir la recompensa que se les ofrecía empleando su inteligencia, pero emplearon una vía diferente para conseguirla que la que los investigadores habían presupuesto, lo que muestra que tratar de comparar inteligencia entre especies a veces es estéril pues nos olvidamos de que las distintas especies han estado sometidas a presiones evolutivas diferentes y, por tanto, sus recursos cognitivos variarán en función de las necesidades que su ambiente les haya requerido para sobrevivir.
En el siguiente apunte de esta seríe de dos, una crítica a los experimentos en primates sobre memoria espacial comparando con humanos, acerca del lenguaje de signos en chimpancés y bonobos y acerca de los experimentos de la mancha en la frente acerca de la autoconciencia.
Con el paso de los años se vio que los conductistas estaban equivocados en sus concepciones acerca del cerebro. Ya se conocían algunos casos de inteligencia animal, pero a mediados del siglo pasado comenzaron a estudiarse de forma más sistemática. Desde entonces son famosos los casos de primates, como Kanzi o Washoe, que consiguieron comunicarse a través del lenguaje de signos, cuervos o primates que son capaces de emplear herramientas para conseguir comida, chimpancés capaces de emplear palos y lanzas para cazar, primates o ratas que poseen el concepto de número (algunos incluso llegan a sumar pequeñas cantidades), ovejas capaces de recordar caras tanto de otras ovejas como de humanos por un largo período de tiempo (hasta dos años), o pulpos capaces de aprender por simple observación.
Estos ejemplos suelen ser buenos para apoyar la teoría evolutiva. Es, en parte, lo que toma como base para sus estudios la psicología evolucionista. Su tesis es la siguiente: dado que el cerebro es un producto evolutivo y que la mente no es más que el cerebro en funcionamiento, la mayoría de las capacidades cognitivas que poseemos los humanos no son más que herencias de un pasado evolutivo. Basándose en esta tesis se han propuesto ideas muy interesantes y, en mi opinión, muy plausibles acerca de la moralidad, el arte, o el altruismo. Por tanto, descubrir que los animales son inteligentes y que comparten muchos rasgos de inteligencia con nosotros es un buen paso para aceptar la teoría evolutiva, aunque, por supuesto, no es un argumento definitivo.
Pero en el otro extremo de la cuestión se encuentran aquellos que tienden a exagerar la inteligencia de los animales, del mismo modo que a cada madre su hijo le parece el más guapo y el más listo de todos, y consideran que las diferencias entre humanos y otras especies a nivel cognitivo son una mera cuestión de cantidad y no de grado. A veces la vehemencia en sus argumentos les lleva a afirmar que apenas nos distinguimos de un chimpancé, sin advertir que los humanos podemos decir eso (porque podemos hablar), que podemos escribirlo, publicarlo en un periódico o decírselo a alguien a través de Internet, en una casa con aire acondicionado, mientras nos bebemos un whiskey escocés.
El problema al evaluar la inteligencia de los animales suele residir en diseñar los experimentos correctamente. Existen muchas variables que para nosotros pueden pasar desapercibidas y que, sin embargo, el animal puede percibir perfectamente. Ahí van un par de ejemplos:
-Posiblemente el caso más famoso en este sentido es el del caballo Hans el Listo, que era un caballo alemán que podía, según su dueño, contar, sumar y contestar a cuestiones de toda índole, incluidas las de temática política. Efectivamente parecía que el caballo tenía una capacidad extraordinaria para realizar cálculos matemáticos. Se le planteaba el problema y el caballo comenzaba a golpear el suelo hasta que alcanzaba el resultado correcto, recibiendo su correspondiente recompensa. ¿Cuándo se descubrió que Hans no tenía tal capacidad? Cuando se le impidió ver las caras de aquellos que estaban presenciando las pruebas. Hans el Listo era listo pero no porque supiese realizar operaciones aritméticas sino porque era capaz de advertir gestos inconscientes de las personas que presenciaban sus pruebas. Cuando golpeaba repetidamente el suelo había un momento (cuando había alcanzado el resultado esperado) que las caras de los allí presentes se relajaban o mostraban algún gesto diferente y esas pistas eran aprovechadas por Hans para dar con la solución. Al problema planteado
-Otro caso no tan famoso pero también muy elocuente fue el de unos monos capuchinos a los que se les realizó una prueba de categorización. Se expuso a los monos a dos tipos de diapositivas, unas que contenían personas y otras “no personas”. Los monos sólo tenían que pulsar el botón adecuado y si acertaban recibían una recompensa. Después, cuando ya habían entrenado suficiente se pasaba a los monos diapositivas de personas y “no personas” completamente nuevas, para ver si habían sido capaces de crear esas dos categorías. Los resultados iniciales fueron muy prometedores, con un 75% de acierto en las diapositivas nuevas. Pero los investigadores no se conformaron con ese resultado y estudiaron a fondo las diapositivas por si hubiese alguna pista que ellos no detectaban pero los monos sí, del mismo modo que había ocurrido con Hans el Listo. Para ello, analizaron el nivel medio de brillo y los objetos que aparecían en el fondo de las diapositivas. Finalmente lo que descubrieron fue que una proporción significativa de diapositivas categorizadas incorrectamente por los monos como pertenecientes a “persona” tenían una mancha roja en algún lugar de la imagen. De esas diapositivas que realmente eran de “no persona”, las que se identificaban con mayor probabilidad como persona tenían una mancha roja como característica de un animal o una flor. Por tanto, los monos no parecían utilizar las categorías de los experimentadores en absoluto; si acaso, categorizaban las imágenes usando criterios muy diferentes de los que los seres humanos que habían diseñado la prueba habían imaginado. He encontrado este libro online de los autores que trata en profundidad algunos de los temas de este apunte.
Estos dos casos no son ejemplos de que los animales no sean inteligentes. De hecho Hans el Listo y los monos capuchinos fueron capaces de conseguir la recompensa que se les ofrecía empleando su inteligencia, pero emplearon una vía diferente para conseguirla que la que los investigadores habían presupuesto, lo que muestra que tratar de comparar inteligencia entre especies a veces es estéril pues nos olvidamos de que las distintas especies han estado sometidas a presiones evolutivas diferentes y, por tanto, sus recursos cognitivos variarán en función de las necesidades que su ambiente les haya requerido para sobrevivir.
En el siguiente apunte de esta seríe de dos, una crítica a los experimentos en primates sobre memoria espacial comparando con humanos, acerca del lenguaje de signos en chimpancés y bonobos y acerca de los experimentos de la mancha en la frente acerca de la autoconciencia.
16 comentarios:
Al leer el apunte no pude dejar de acordarme de aquel libro que, inicialmente, nos obligaron leer y que luego se transformó en una agradable lectura:
SI LOS ANIMALES HABLARAN... NO LES ENTENDERÍAMOS
Stephen Budiansky (Ateles Editores)
Idioma: Español
329 p. : il. ; 23x14 cm. - 1ª ed., 1ª imp. (04/2001).
¡muy recomendable!
Enhorabuena por tu blog de ciencia de la buena, me ha encantado...
Muy interesante el post. Sobre todo espero ver las críticas a lo del elefante, ya que es un post que publicaron en psicoteca. Igual Fernando tiene que volverlo a editar :)
Lo del caballo listo ya había leído, lo que no conocía es lo del mono. Tb había oído lo del lenguaje de signos de los monos, que se les podía estar reforzando y ese podía ser el motivo real de que pareciera entenderlos. ¿Qué has leído sobre este tema en concreto? Es interesante. Saludos Brainy
parasite: en efecto, eché un vistazo al libro que has citado, aunque el apunte me vino inspirado por un artículo en el último número de National Geographic que en ocasiones me parece un poco exagerado, aunque está bastante bien, todo hay que decirlo.
adela, qué decir, gracias por los halagos. Esperamos que esto sirva para algo.
Héctor: las críticas son más bien otros puntos de vista sobre los hechos observados. A veces se sacan conclusiones sobre resultados que no tienen por qué ser las que a nosotros nos gustarían. Espero colgar el apunte la semana que viene. Un saludo.
Promete ser interesante. Saludos ;)
Efectivamente, ardo en deseos de ver la interpretación alternativa del experimento de los elefantes, aunque me huelo por dónde van a ir los tiros... :-)
Por otro lado, como dice Brainy, la propuesta de explicaciones alternativas están en la base del método científico: son esas propuestas las que hacen necesarios los procedimientos de control experimental de variables extrañas. No me extrañaría que en un futuro muchas de las convicciones que tenemos sobre la psicología animal fueran desmontadas por experimentos nuevos. Me viene a la cabeza el precedente clarísimo de la conducta supersticiosa en palomas (Skinner, 1948), desmontado de una forma demoledora por Staddon y Simmelhag.
En la actualidad no existen metodos fiables de interpretar claramente la inteligencia de un animal. Como brillantemente destaca el autor , "los recursos cognitivos varian en base a las necesidades del ambiente en donde les sea requerido sobrevivir". Nosotros humanos aun no tenemos inteligencia para adaptarnos al universo espacial sin inconvenientes. Ni siquiera estamos en condiciones de alterar la física actual. Es muy sobervio de nuestra parte desmerecer la cognición de un animal.
"Me viene a la cabeza el precedente clarísimo de la conducta supersticiosa en palomas (Skinner, 1948), desmontado de una forma demoledora por Staddon y Simmelhag."
Un día tenías que escribir un post sobre el tema Fernando. Además se relaciona ligeramente con tu especialidad, ¿no? Es un tema interesante.
Por cierto, el otro día vi en un programa de la tele (tu si que vales o uno de estos), a un tío que traía un perro que se supone sabía sumar y hacer otras cosas parecidas, y me vino a la cabeza este post y el ejemplo del famoso caballo :)
Todo sistema viviente es un sistema cognitivo, y viceversa. H. Maturana
nucleo, no estoy de acuerdo con la inversa de esa afirmación. Hay sistemas cognitivos que no tienen por qué ser vivientes. Una simple red de neuronas puede comportarse de forma que resuelva problemas.
Good
Me parece muy interesante la comparacion de estos cerebros ya que esto es algo a lo que le falta mucho estudio y el cerebro de Darwin es algo que siempre a dejado mucho de que investigar.
Debe ser muy frustrante tener razon y que la gente se burle de uno como le paso a Darwin.
las semejanzas entre los cerebros son impresionantes.
Pretendiendo complementar este trabajo, y que sin duda ya es excelente. Quiero compartir con vosotros... los pensamientos de un chileno. Sus razonamientos basados en lógica son verdaderamente impresionantes. A realizado 2 trabajos: “Teoría de Inteligencia Animal” y El Origen de las Dimensiones” les dejo el link:
http://kaizernegro.blogspot.com
Saludos
Gerard González
México
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