09 agosto 2008

Literatos científicos.

Seguimos sin abandonar este verano (la época se presta a ello) las relaciones entre arte y ciencia. Han sido bastantes los escritores que de un modo u otro han estado relacionados con el mundo de la ciencia. Seguramente uno de los casos más conocidos sea el de Vladimir Nabokov (autor, entre otras obras, de Lolita, Pnin o Pálido fuego), que fue un gran aficionado a la entomología y de hecho trabajó cierto tiempo en el museo de zoología de la Universidad de Harvard. Por desgracia, estos estudios no le aportaron pruebas suficientes como para aceptar la teoría evolutiva (como si por entonces no hubiese ya pruebas suficientes para hacerlo). Pero Nabokov también ha sido objeto de diversos estudios, ya que se sabe que era sinestésico, de modo que ciertas palabras evocaban en él ciertos colores. Por lo visto su mujer también tenía esta misma capacidad.
Otro ejemplo de ilustre escritor involucrado en investigaciones científicas es el de Goethe (Fausto, Las cuitas del joven Werther) que estudió óptica (de hecho concibió una teoría con algunos puntos interesantes, aunque errada), química, geología e incluso osteología (descubrió el hueso intermaxilar, pero se le adelantaron por muy poco tiempo).
También ha habido un gran número de médicos que se han dedicado a escribir novelas. Uno de los casos más conocidos es el de Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes y autor, entre otros, de El mundo perdido. Lamentablemente, a pesar de las excelentes dotes deductivas y del escepticismo de su personaje más conocido, Conan Doyle era muy crédulo con respecto a los temas esotéricos y es famoso el engaño que sufrió con unas fotografías de supuestas hadas, que constituyen uno de los primeros casos de trucaje fotográfico que se conocen. Otros médicos que se han dedicado a la escritura han sido Louis Ferdinand Celine (Viaje al fin de la noche, Muerte a crédito), Mijail Bilgákov (El maestro y margarita, Morfina) o Antón Chejov (El tío Vania, La gaviota, La señora del perrito).
Entre los autores españoles, hay también algunos que se dedicaron a la medicina y al mismo tiempo cultivaron el arte de la novela. Entre ellos destaca Pío Baroja que en El árbol de la ciencia incluyó un capítulo que es de lectura imprescindible y que trata acerca de la ciencia y su metodología. Y no menos importante es el caso del psiquiatra Luis Martín Santos que en Tiempo de silencio incorpora gran cantidad de tecnicismos médicos (el protagonista es un estudiante que investiga el cáncer en ratones que son cuidados por una familia de gitanos), además de ser una obra de una calidad literaria muy alta.
Y también están los escritores inventores, como Robert Musil (El hombre sin atributos, Las tribulaciones del estudiante Törless) que era ingeniero y llegó a patentar un cromatógrafo y, además no comulgaba con las ideas de Freud, muy en boga en su época. Otro escritor dedicado a generar patentes es Alberto Vázquez Figueroa (Tuareg) que ha diseñado una desaladora por presión natural que ya le ha comprado una empresa israelí.

Todos ellos son buenos ejemplos de cómo ciencias y letras pueden imbricarse y cómo de esa relación pueden surgir buenas ideas. Otro día hablaremos de los escritores que han escrito sobre ciencia sin ser científicos y otro sobre aquellos que repudiaron a la ciencia.
Y vosotros, ¿conocéis algún otro caso de escritor científico?


12 comentarios:

Anónimo dijo...

Has leido los cuentos de Cajal? No es que sean de una gran calidad literaria en mi humilde opinion, pero es interesante como todos ellos tienen la ciencia como tema central.
Negra

Pedro Garrido dijo...

¡Es verdad, los cuentos de Cajal! Sí, no son extraordinarios pero a veces lo que importa es el tema. Creo que un día merecería la pena hablar de Cajal aquí porque era un tipo que da para mucho.

Un saludo, Negra. Cuánto tiempo.

Pepe dijo...

No me parece una desgracia que Nabokov no creyese en la teoría darwinista.

Científico-escritor de ciencia ficción de mucho éxito fue el gran astrofísico Alfred Hoyle, quien sin duda no recibió el Nobel como era lógico, por meterse en todos los charcos que no le correspondían, desde dudar del Big bang, hasta señalar la posible falsificación de un ejemplar del arqueópterix, y por supuesto clamar contra el darwinismo.

Lansky dijo...

El lepidopterólogo Nabokov no era más que un diletante, un coleccionista avezado, loq ue se da mucho entre los afines a la entomología. No era un científico, aunque estaba más orgulosos -decía- de su decsubrimiento d euna nueva especie de Plebejus que de sus novelas. Cosa que no me creo del todo.

Asimov, bioqúimico experto en fotosíntesis y narrador de S.F. íTalo Calvino, investigador en agronomía y explendido narrador...pero los cuentos de Cajaal son muy malos, como su autobiografía.

Pedro Garrido dijo...

Ah, Lansky, es verdad, Calvino. Las Cosmicómicas están bastante bien, pero no sabía lo de la agronomía. Coincido en lo de Cajal, pero me gusta que al menos lo intentara. Dice mucho a su favor.

Anónimo dijo...

Aunque no llegó a terminar la carrera de medicina por la guerra, luego acabó colaborando con diversas entidades científicas:

Stanislaw Lem.

Anónimo dijo...

Un artículo muy curioso, y acertado. Oye es cierto, qué raro que no hayáis dedicado un artículo a Cajal :)

Un saludo ;)

Lansky dijo...

De Ítalo Calvino, más que sus cosmocómicas, sus Historias naturales y, sobre todo, El sistema periódico, donde hace un cuento de una serie de elemntos químicos. Y no olvidemos al Fred Hoyle, astrofísico, despectivo acuñador de la expresión big bang y buen narrador de Ciencia Ficción

Margot dijo...

Ummm así a bote pronto me vienen a la cabeza Primo Levy, que era químico, razón por la que pudo salvar el pellejo en su estancia en uno de los campos de concentración. De hecho tiene un libro de cuentos que se llama la la Tabla Periódica, si no recuerdo mal.

Y Juan Benet, ingeniero que construía embalses y le daba a las letras con la misma pasión, en la España de los años 60.

Pedro Garrido dijo...

Voy por partes. A ricardo y Lamsky, gracias por las aportaciones. En trealidad a Lem y a Hoyle, así como a Asimov no los había citado porque casi siempre los que escriben sobre ciencia ficción suelen ser gente relacionada con la ciencia (aunque no siempre). Me interesabe en este caso resaltar más a aquellos que siendo científicos de profesión (o, al menos, de formación) han seguido un camino un poco diferente dedicándose a la literatura (aunque no hayan abandonado del todo la ciencia).

margot: cuánto tiempo sin saber de ti. Gracias por pasarte. Lo de Primo Levi no lo sabía, la verdad. Lo de Juan Benet se me pasó ponerlo (lo tenía en la cabeza y luego me acordé pero ya decidí no ponerlo). Además Benet me aburre un poco, para qué te voy a engañar.

Héctor: lo de Cajal es que es para nota porque hizo tanto...Pero todo se andará.
Un saludo a todos.

Anónimo dijo...

Alguien se ha hecho un lío. Los libros a los que se refieren Lanski y Margot son uno solo: "Il sistema periodico" en la versión original italiana. Autor: Primo Levi. Son alrededor de 20 capítulos que llevan cada uno por título el nombre de un elemento químico y cada cuento tiene algún tipo de relación con el elemento que le da el título.

Impresionantes también sus libros sobre la triste experiencia en Auschwitz y otros campos de concentración y su odisea para regresar a Italia después de la guerra.

Anónimo dijo...

Cool blog!