Los piojos son parásitos de multitud de vertebrados que presentan importantes adaptaciones a la vida en sus hospedadores y más concretamente a diferentes partes de su cuerpo. De este modo, a modo de ejemplo, podemos encontrar especies que se caracterizan por vivir en las alas de las aves mientras que otras viven en las plumas del cuerpo. En el estudio de estos organismos destaca la figura de Dayl H. Clayton, investigador que desarrolla su carrera desde hace muchos años abordando diferentes problemas de la ecología del parasitismo utilizando como modelos piojos y palomas principalmente. Recientemente, este investigador y sus colaboradores testaron una interesante hipótesis conocida como la regla de Harrison. Según esta regla, el tamaño corporal de los parásitos que parasitan especies de mayor tamaño son mayores que aquellos que parasitan especies hospedadoras de tallas más pequeñas (citando textualmente “In general, when a genus is well distributed over a considerable number of nearly related hosts, the size of the parasite is roughly proportional to the size of the hosts”. Harrison 1915, p. 96).
En un primer estudio interespecífico estos investigadores encontraron que el patrón predicho por Harrison se cumplía perfectamente para el caso de los piojos de las alas, pero no así en el caso de los piojos de las plumas corporales. Además estos autores encontraron que mientras que las especies de piojos de las alas incrementaban su tamaño a medida que lo hacía el tamaño de la pluma del ala de la especie hospedadora, este no era el caso de los piojos del cuerpo, lo que sugiere una gran adaptación del parásito a las plumas del ala y no a las del cuerpo. La explicación que se aportó para todo esto es que las diferentes especies de piojos del cuerpo utilizan diferentes microhábitats dentro de las plumas del cuerpo. Posteriormente, los autores continuaron poniendo a prueba la regla de Harrison utilizando sus modelos más característicos, palomas como especies hospedadoras y piojos (de alas y cuerpo) como parásitos. En esta ocasión, los investigadores realizaron un experimento en el que trasferían piojos característicos de unas especies de palomas de gran tamaño a otras especies de tamaños consecutivamente más reducidos. Además, este experimento se realizó en dirección contraria, es decir, piojos de especies de pequeño tamaño hasta palomas cada vez más grandes. Ellos observaron que los piojos no sobrevivían cuando se les transferían desde especies más grandes a más pequeñas, salvo que a las palomas se les impidiese desarrollar su comportamiento de limpieza de parásitos. En el experimento en sentido ascendente comprobaron que en ningún caso, evitando o no el acicalado, las especies parásitas pudieron sobrevivir. Aunque en un primer momento pudiera pensarse que la imposibilidad de parásitos pequeños para sujetarse en plumas más grandes pudiera ser la respuesta a esto último, los investigadores sugieren que la imposibilidad de reproducción en los hospedadores de mayor tamaño es la principal clave de este enigma. Según ellos, la posibilidad de encontrar emparejamientos debe aumentar en los hospedadores de menor tamaño debido a una mayor facilidad para detectar en ellos las señales químicas que utilizan los piojos para localizar a sus potenciales parejas. Conjuntamente estos estudios arrojan importantes evidencias sobre la interacción entre ectoparásitos y hospedadores, con implicaciones en la coevolución de estos organismos a diferentes escalas evolutivas. No se si será muy posible este ejemplo, pero a modo ilustrativo, imaginaros una garrapata de elefante en el cuerpo de una musaraña y al contrario, ¿no parece muy lógico verdad?
Harrison, L. 1915. Mallophaga from Apteryx, and their significance; with a note on the genus Rallicola. Parasitology 8:88–100.
Johnson, K.P., S.E. Bush and D. H. Clayton. 2005. Correlated evolution of host and parasite body size: Tests of Harrison's Rule using birds and lice. Evolution 59:1744-1753.
Bush, S.E. and D.H. Clayton. 2006. The role of body size in host specificity: Reciprocal transfer experiments with feather lice. Evolution 60:2158-2167.
En un primer estudio interespecífico estos investigadores encontraron que el patrón predicho por Harrison se cumplía perfectamente para el caso de los piojos de las alas, pero no así en el caso de los piojos de las plumas corporales. Además estos autores encontraron que mientras que las especies de piojos de las alas incrementaban su tamaño a medida que lo hacía el tamaño de la pluma del ala de la especie hospedadora, este no era el caso de los piojos del cuerpo, lo que sugiere una gran adaptación del parásito a las plumas del ala y no a las del cuerpo. La explicación que se aportó para todo esto es que las diferentes especies de piojos del cuerpo utilizan diferentes microhábitats dentro de las plumas del cuerpo. Posteriormente, los autores continuaron poniendo a prueba la regla de Harrison utilizando sus modelos más característicos, palomas como especies hospedadoras y piojos (de alas y cuerpo) como parásitos. En esta ocasión, los investigadores realizaron un experimento en el que trasferían piojos característicos de unas especies de palomas de gran tamaño a otras especies de tamaños consecutivamente más reducidos. Además, este experimento se realizó en dirección contraria, es decir, piojos de especies de pequeño tamaño hasta palomas cada vez más grandes. Ellos observaron que los piojos no sobrevivían cuando se les transferían desde especies más grandes a más pequeñas, salvo que a las palomas se les impidiese desarrollar su comportamiento de limpieza de parásitos. En el experimento en sentido ascendente comprobaron que en ningún caso, evitando o no el acicalado, las especies parásitas pudieron sobrevivir. Aunque en un primer momento pudiera pensarse que la imposibilidad de parásitos pequeños para sujetarse en plumas más grandes pudiera ser la respuesta a esto último, los investigadores sugieren que la imposibilidad de reproducción en los hospedadores de mayor tamaño es la principal clave de este enigma. Según ellos, la posibilidad de encontrar emparejamientos debe aumentar en los hospedadores de menor tamaño debido a una mayor facilidad para detectar en ellos las señales químicas que utilizan los piojos para localizar a sus potenciales parejas. Conjuntamente estos estudios arrojan importantes evidencias sobre la interacción entre ectoparásitos y hospedadores, con implicaciones en la coevolución de estos organismos a diferentes escalas evolutivas. No se si será muy posible este ejemplo, pero a modo ilustrativo, imaginaros una garrapata de elefante en el cuerpo de una musaraña y al contrario, ¿no parece muy lógico verdad?
Harrison, L. 1915. Mallophaga from Apteryx, and their significance; with a note on the genus Rallicola. Parasitology 8:88–100.
Johnson, K.P., S.E. Bush and D. H. Clayton. 2005. Correlated evolution of host and parasite body size: Tests of Harrison's Rule using birds and lice. Evolution 59:1744-1753.
Bush, S.E. and D.H. Clayton. 2006. The role of body size in host specificity: Reciprocal transfer experiments with feather lice. Evolution 60:2158-2167.
4 comentarios:
Nunca se me había ocurrido q los piojos d las alas fuesen diferentes d los dl cuerpo. Aunq ahora q lo pienso... Bueno, en fin.
es cierto verdad, cuando uno piensa en piojos u otros ectoparásitos piensa en una forma simple, y con poca variabilidad. Nada más lejos de la realidad, estos "bichos" están tremendamente adaptados a sus hospedadores y las diferencias morfológicas entre especies es tremenda. Los piojos de las alas y del cuerpo en esas palomas son igualmente distintos, los primeros alargados (creeme, realmente largos, cogimos alguno por aquellas tierras sureñas) y los segundos mucho más rechonchos. Algo así como con los piojos de la cabeza y las ladillas. A mi lo que más me sorprendió en su día es la segregación de especies en el cuerpo del hospedador, unos sólo presentes en la cabeza, otros en el "cuerpo",...alucinante...
los piojos de las aves, al estar en la cabeza de el humano, puede producir calvicie?, sobreviven alli?.
cuales son las consecuencias?.
gracias por su atencion.
los piojos tienen unas adaptaciones tremendas a cada tipo de sustrato (pelo, pluma,...). Al igual que las ladillas aparecen en el pelo púbico, pero les cuesta horrores moverse por el pelo de la cabeza (esto lo recuerdo de un documental que vi en su día) parece lógico pensar en las dificultades que tienen los piojos de las aves en parasitar humanos. Lógicamente la certeza no es absoluta porque no conozco todos los posibles casos, pero en término general diría que no pueden sobrevivir en los humanos los piojos de aves.
gracias por tu interés, anonimo, espero responder a tus preguntas.
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