10 julio 2007

Por enero florece el romero...

Durante estos años todos hemos oído acerca de los severos cambios climáticos que están ocurriendo en nuestro planeta. Existen voces que van en diferentes direcciones, unos que defienden la postura de que los seres humanos estamos jugando un papel protagonista produciendo este cambio y aquellos que lo basan en procesos meramente naturales ajenos a la acción del hombre.

El propósito de este artículo es tratar un aspecto que subyace en muchos de estos estudios, pero que para muchos de nosotros permanecen en la oscuridad, esto es la toma de datos con la que testar estas hipótesis. Durante los últimos años un creciente número de estudios del ámbito de la ecología han venido utilizando series de datos recolectados desde hace décadas con el fin de relacionar diferentes aspectos de la fenología de los animales y de las plantas con los cambios térmicos y pluviométricos del planeta. Estos estudios arrojan diferentes conclusiones en función de la especie de que se trate y del ámbito geográfico estudiado. Son clásicos entre estos estudios aquellos que relacionan la floración, la aparición de adultos de insectos o la migración de las aves con variables como la temperatura o las lluvias a lo largo de los años. Como decía, según de que estudio se trate se observan tendencias positivas, negativas o relaciones no significativas entre, por ejemplo, la llegada de las golondrínas a la Península Ibérica y la temperatura de cierta época en África, territorio en el que pasan el invierno hasta llegar a la península. Pero como decía no pretendo recopilar evidencias a favor o en contra de los efectos del cambio climático, sino reflejar la importancia que tiene la toma de datos a largo plazo con la que testar estas hipótesis.

En España, se inició la toma de datos de la red fenológica estatal a mediados del siglo pasado, después de diferentes intentos regionales anteriores (véase este interesante artículo al respecto aquí). Desde entonces una red de voluntarios ha ido anotando fechas de llegada de especies de aves migratorias, la floración de diferentes especies o la aparición de insectos en nuestros bosques. Esto permite conocer dos importantes aspectos de la biología de las especies, por un lado mapear como las especies migratorias van apareciendo en las diferentes localidades a lo largo del año (y por ende mapear las rutas migratorias) y segundo tener una base de datos interesantísima con la que testar aspectos relativos al cambio climático.

En estos últimos años nos encontramos con un grave problema, el mantenimiento de estas redes de toma de datos de fenología está en peligro. Al tratarse de planes sustentados en la voluntad desinteresada de personas que se prestan voluntarias a desarrollar esta actividad, el mantenimiento no está asegurado. Ni que decir tiene que la interrupción de la toma de datos sería un desastre considerable y que lo óptimo sería maximizar el número de puntos de muestreo (a todas las localidades posibles). En épocas recientes se están intentando plantear alternativas a la amenaza de la desaparición de estas redes con la creación de portales en internet como este. Posiblemente estas políticas no sean suficientes para mantener un muestreo adecuado, pero puede ser una herramienta más, otra alternativa a la amenazante interrupción de toma de datos de la red fenológica nacional por la desaparición de la red de voluntarios. Posiblemente, como me plantea Brain May, todo sea problema de confiar esta tarea a la labor exclusiva de los voluntarios, una tarea que debería financiarse directamente por el estado. Aunque por otro lado, viene a refutar el valor social que tiene este voluntariado, como me comenta Sinaptosome.

Sería una pena perder esta herramienta pública que es la base sobre la que se pueden asentar estudios de las adaptaciones que están realizando las especies ante las situaciones ambientales cambiantes del planeta.

2 comentarios:

Miski dijo...

No lo tengo anotado pero tengo la impresión de que años tras año los aviones comunes y golondrinas llegan antes...otra cosa es la salida: creo recordar que la reunión común y la sincronización para la salida ocurría a lo largo de una sóla mañana; desde las primeras luces del alba iban atestando determinados posaderos (antenas de tv y cables) y de repente, cuando se decidían en cuestión de minutos desaparecían todas...ahora esas "puestas en común" duran varios días. Otra cosa, cuando muestreábamos en el departamento de zoología, a veces aparecían odonatos africanos entre los autóctonos...y lo mismo viene ocurriendo con algunas aves del norte de África. La flora y la fauna del sur de España se está
africanizando.
Un saludo.

Parasite dijo...

Sí, depende que sitio parece encontrarse un adelantamiento en la llegada de especies como las golondrinas, aviones o vencejos, pero como comentaba en la entrada original depende de la localidad geográfica que se estudie. En cuanto a la africanización de la Península Ibérica es totalmente cierto que las especies raras están empezando a ser más comunes, casos como el camachuelo trompetero es un buen ejemplo. Hay investigadores en la EEZA (estación experimental de zonas áridas) que se encargan de estudiar estos casos con fructíferos resultados. El autor del que señalaba un artículo (el doctor O. Gordo) tiene varios artículos sobre el papel del cambio climático en España con diferentes especies de aves entre las que destacan las arriba citadas y otras como el cuco.

El fenómeno de la salida, como dices puede ser otro cantar, su estudio se hace más complicado a causa de la imposibilidad en muchas ocasiones de diferenciar aves del lugar o que vienen de territorios más norteños. El mismo caso ocurre con la salida de los individuos juveniles, los cuales suelen irse más tarde que los adultos, pero que un observador no cualificado (como puede ocurrir con muchos voluntarios) no son capaces de diferenciar correctamente, lo que puede conducir a la inclusión de errores (ruido) en la toma de datos que anule relaciones significativas en los análisis.