La mayoría de aquellos que creen en terapias alternativas de corte espiritual, los creyentes religiosos y muchos laicos de pensamiento spinoziano emplean el siguiente argumento para defender su postura en contra del reduccionismo y el innatismo: claro que hay aspectos de la vida y capacidades del ser humano que pueden ser explicadas por la biología, como la necesidad de comer o la regulación de la respiración, o incluso el deseo sexual, pero hay aspectos más complejos de la vida del ser humano que escapan al alcance de lo que la biología y otras ciencias puedan estudiar, como el amor, o la sensación de júbilo que nos puede producir escuchar una magnífica ópera.
Uno de los defensores de esta postura es el filósofo Fernando Savater, que plantea la cuestión citando a Huxley: El aire vibrante sacudió la membrana timpánica de Lord Edward. Los interconectados martillo, yunque y estribo fueron puestos en movimiento para agitar la membrana de la ventana oval y causar una tormenta infinitesimal en los líquidos del laberinto. Las terminaciones ciliadas del nervio auditivo danzaron como algas en un mar bravo; un vasto número de obscuros milagros ocurrieron en el cerebro y Lord Edward susurró extático: "¡Bach!". Ese salto hacia Bach es lo que a Savater le parece inexplicable por la biología y el estudio del cerebro (ver al respecto I y II). Y continúa con la siguiente apreciación: Somos nuestro cuerpo , no podemos reír ni pensar sin él, pero la risa y el pensamiento tienen dimensiones añadidas-¿espirituales?-que no logramos entender por completo sin ir más allá de las explicaciones meramente fisiológicas que dan cuenta de su imprescindible fundamento material. Su problema seguramente sea que aún no ha interiorizado correctamente aquella hipótesis extraordinaria que defendió Crick: Usted, sus alegrias y sus penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su propio sentido de la identidad personal y su libre voluntad, no son más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y de moléculas asociadas.
Savater cree resolver el problema afirmando que el hombre se diferencia del resto de seres vivos en que es un animal simbólico y esa capacidad es la que permite la aparición de la cultura, como si ésta fuese algo inmaterial o intangible y ajeno a los hombres, como si esas capacidades fuesen ajenas a su biología. Pero ¿quién crea los símbolos y mediante qué órgano los interiorizamos, y qué medios se emplean para transmitirlos? Sin duda la cultura tiene un soporte material. Por último recurre también al manido recurso de que todos sabemos que hay algo más que la propia biología ¿Qué es eso que está más allá de la propia biología? Obviamente él se refiere a que la cultura tiene influencia sobre nuestra percepción del mundo, pero, como hemos repetido hasta la saciedad en este blog, esa diferente percepción se debe a cambios en un sustrato material (nuestro cerebro). Ni más ni menos. Recurrir a ese algo más es como decir que como no conozco algo eso implica que Dios existe, por la simple razón de que tiene que haber algo más. Sospecho que el miedo de Savater reside en las posibles injerencias de la biología en el mundo de la cultura, lo cual, en mi opinión no es un ataque de la biología a la cultura, sino un intento de entender mejor por qué la cultura es capaz de modificar profundamente nuestros hábitos y conductas además de un intento por tratar de elucidar el origen de la propia cultura.
Otra estrategia que emplean con frecuencia los que tienen miedo al reduccionismo es apelar a las propiedades emergentes. Savater afirma que la mente es algo más que el cerebro: De modo que cuando hablamos del alma o del espíritu nos estamos refiriendo a uno de los efectos del funcionamiento corporal, lo mismo que cuando hablamos de la luz que esparce una bombilla nos referimos a un efecto producido por la bombilla y que cesa cuando ésta se apaga...o se funde. Resultaría ingenuo creer que la luz está dentro de la bombilla como algo distinto y separado de ésta, y aún más preguntarnos adónde se va la luz cuando la bombilla se apaga. Pero también parece evidente que la luz de la bombilla aporta algo a la bombilla misma y tiene propiedades distintas de ella: no hay luz sin bombilla , pero la luz no es lo mismo que el cristal de la bombilla, ni su filamento eléctrico, ni el cordón que la une con el enchufe de la corriente general, etc. Sería injusto, por lo menos, decir que la luz no es más que la bombilla o la central eléctrica que la alimenta. Del mismo modo, aunque el pensamiento es producido por el cerebro tampoco es sin más idéntico al cerebro. A esta actitud de asegurar que algo- la luz, la mente- no es más que la bombilla o el cerebro suele llamársele reduccionismo. Algunos reduccionistas estarían de acuerdo en aceptar que la mente (luz) es un estado del cerebro (bombilla), esto es, lo primero es un modo en que está lo segundo. Con todo parecen simplificar una realidad más compleja.
Ahora bien ¿de dónde procede la luz de la bombilla? Obviamente, ninguno de los elementos que componen la bombilla posee luz propia pero es de la interacción de esos elementos de donde surge la luz. Todos los elementos son necesarios para dar lugar a la luz y eso el reduccionista no lo niega, del mismo modo que son necesarios individuos para dar lugar a una sociedad o neuronas para conformar un cerebro. Lo que Savater no dice es que contando sólo con los elementos de la bombilla podemos explicar cómo ésta se ilumina. Sin embargo, lo que él quiere dar a entender es que la luz no puede explicarse desde niveles inferiores. La explicación acerca de la luz se puede acometer desde diversos niveles de análisis y eso es lo que no están dispuestos a permitir la mayoría de los humanistas, porque muchos de ellos están convencidos de que la cultura está por encima de todo innatismo o biología, lo que es un gran problema porque si no es así, ¿de dónde procede la cultura?
Hay un concepto esencial que no les entra en la mollera a muchos de los defensores de la cultura y es que ésta es una herramienta evolutiva que favorece la supervivencia de ser humano y, por tanto, hunde sus raíces en la biología del hombre. Así, el cerebro, desde el inicio, cuenta con una predisposición física para incorporar el sustrato básico de la cultura: el lenguaje (y, con ello, la capacidad simbólica a la que alude Savater). Y seguramente esta misma disposición del cerebro se dé para muchas otras capacidades como la de emitir juicios morales, cooperar con otros individuos o estar alerta frente a individuos que no son de nuestro grupo.
Obviamente no defiendo el reduccionismo radical que cree que puede explicar la amistad a partir de la actividad de la proteína x, ni la del sociólogo que cree que la sociedad es la causante de la esquizofrenia. La cuestión está en trazar puentes entre disciplinas (sobre este tema hemos discutido hace bien poco en Psicoteca). Sólo de ese modo se puede llegar a acuerdos y empleando en la medida de lo posible el método científico (aquellas disciplinas humanísticas que lo han incorporado a su método de investigación han ganado una considerable confianza). Como bien dice Edelmann, para conocer algo no basta con ponerse a pensar en un sillón. Es necesario bajar al ruedo de los datos.
PD: No crea el lector que tengo animadversión por Savater. Bien al contrario, comparto muchos de sus puntos de vista en otros temas (precisamente por eso le he escogido como ejemplo).
Savater, F., Las preguntas de la vida, Ariel, 2003.
Savater, F., La vida eterna, Ariel, 2007.
Uno de los defensores de esta postura es el filósofo Fernando Savater, que plantea la cuestión citando a Huxley: El aire vibrante sacudió la membrana timpánica de Lord Edward. Los interconectados martillo, yunque y estribo fueron puestos en movimiento para agitar la membrana de la ventana oval y causar una tormenta infinitesimal en los líquidos del laberinto. Las terminaciones ciliadas del nervio auditivo danzaron como algas en un mar bravo; un vasto número de obscuros milagros ocurrieron en el cerebro y Lord Edward susurró extático: "¡Bach!". Ese salto hacia Bach es lo que a Savater le parece inexplicable por la biología y el estudio del cerebro (ver al respecto I y II). Y continúa con la siguiente apreciación: Somos nuestro cuerpo , no podemos reír ni pensar sin él, pero la risa y el pensamiento tienen dimensiones añadidas-¿espirituales?-que no logramos entender por completo sin ir más allá de las explicaciones meramente fisiológicas que dan cuenta de su imprescindible fundamento material. Su problema seguramente sea que aún no ha interiorizado correctamente aquella hipótesis extraordinaria que defendió Crick: Usted, sus alegrias y sus penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su propio sentido de la identidad personal y su libre voluntad, no son más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y de moléculas asociadas.
Savater cree resolver el problema afirmando que el hombre se diferencia del resto de seres vivos en que es un animal simbólico y esa capacidad es la que permite la aparición de la cultura, como si ésta fuese algo inmaterial o intangible y ajeno a los hombres, como si esas capacidades fuesen ajenas a su biología. Pero ¿quién crea los símbolos y mediante qué órgano los interiorizamos, y qué medios se emplean para transmitirlos? Sin duda la cultura tiene un soporte material. Por último recurre también al manido recurso de que todos sabemos que hay algo más que la propia biología ¿Qué es eso que está más allá de la propia biología? Obviamente él se refiere a que la cultura tiene influencia sobre nuestra percepción del mundo, pero, como hemos repetido hasta la saciedad en este blog, esa diferente percepción se debe a cambios en un sustrato material (nuestro cerebro). Ni más ni menos. Recurrir a ese algo más es como decir que como no conozco algo eso implica que Dios existe, por la simple razón de que tiene que haber algo más. Sospecho que el miedo de Savater reside en las posibles injerencias de la biología en el mundo de la cultura, lo cual, en mi opinión no es un ataque de la biología a la cultura, sino un intento de entender mejor por qué la cultura es capaz de modificar profundamente nuestros hábitos y conductas además de un intento por tratar de elucidar el origen de la propia cultura.
Otra estrategia que emplean con frecuencia los que tienen miedo al reduccionismo es apelar a las propiedades emergentes. Savater afirma que la mente es algo más que el cerebro: De modo que cuando hablamos del alma o del espíritu nos estamos refiriendo a uno de los efectos del funcionamiento corporal, lo mismo que cuando hablamos de la luz que esparce una bombilla nos referimos a un efecto producido por la bombilla y que cesa cuando ésta se apaga...o se funde. Resultaría ingenuo creer que la luz está dentro de la bombilla como algo distinto y separado de ésta, y aún más preguntarnos adónde se va la luz cuando la bombilla se apaga. Pero también parece evidente que la luz de la bombilla aporta algo a la bombilla misma y tiene propiedades distintas de ella: no hay luz sin bombilla , pero la luz no es lo mismo que el cristal de la bombilla, ni su filamento eléctrico, ni el cordón que la une con el enchufe de la corriente general, etc. Sería injusto, por lo menos, decir que la luz no es más que la bombilla o la central eléctrica que la alimenta. Del mismo modo, aunque el pensamiento es producido por el cerebro tampoco es sin más idéntico al cerebro. A esta actitud de asegurar que algo- la luz, la mente- no es más que la bombilla o el cerebro suele llamársele reduccionismo. Algunos reduccionistas estarían de acuerdo en aceptar que la mente (luz) es un estado del cerebro (bombilla), esto es, lo primero es un modo en que está lo segundo. Con todo parecen simplificar una realidad más compleja.
Ahora bien ¿de dónde procede la luz de la bombilla? Obviamente, ninguno de los elementos que componen la bombilla posee luz propia pero es de la interacción de esos elementos de donde surge la luz. Todos los elementos son necesarios para dar lugar a la luz y eso el reduccionista no lo niega, del mismo modo que son necesarios individuos para dar lugar a una sociedad o neuronas para conformar un cerebro. Lo que Savater no dice es que contando sólo con los elementos de la bombilla podemos explicar cómo ésta se ilumina. Sin embargo, lo que él quiere dar a entender es que la luz no puede explicarse desde niveles inferiores. La explicación acerca de la luz se puede acometer desde diversos niveles de análisis y eso es lo que no están dispuestos a permitir la mayoría de los humanistas, porque muchos de ellos están convencidos de que la cultura está por encima de todo innatismo o biología, lo que es un gran problema porque si no es así, ¿de dónde procede la cultura?
Hay un concepto esencial que no les entra en la mollera a muchos de los defensores de la cultura y es que ésta es una herramienta evolutiva que favorece la supervivencia de ser humano y, por tanto, hunde sus raíces en la biología del hombre. Así, el cerebro, desde el inicio, cuenta con una predisposición física para incorporar el sustrato básico de la cultura: el lenguaje (y, con ello, la capacidad simbólica a la que alude Savater). Y seguramente esta misma disposición del cerebro se dé para muchas otras capacidades como la de emitir juicios morales, cooperar con otros individuos o estar alerta frente a individuos que no son de nuestro grupo.
Obviamente no defiendo el reduccionismo radical que cree que puede explicar la amistad a partir de la actividad de la proteína x, ni la del sociólogo que cree que la sociedad es la causante de la esquizofrenia. La cuestión está en trazar puentes entre disciplinas (sobre este tema hemos discutido hace bien poco en Psicoteca). Sólo de ese modo se puede llegar a acuerdos y empleando en la medida de lo posible el método científico (aquellas disciplinas humanísticas que lo han incorporado a su método de investigación han ganado una considerable confianza). Como bien dice Edelmann, para conocer algo no basta con ponerse a pensar en un sillón. Es necesario bajar al ruedo de los datos.
PD: No crea el lector que tengo animadversión por Savater. Bien al contrario, comparto muchos de sus puntos de vista en otros temas (precisamente por eso le he escogido como ejemplo).
Savater, F., Las preguntas de la vida, Ariel, 2003.
Savater, F., La vida eterna, Ariel, 2007.
15 comentarios:
Estoy de acuero con lo que dice el post. Es más, no disiento ni con una coma.
Igual en lo de Savater.
No se si Savater es un buen autor o no, porque no he leído mucho de él. Sólo me leí "El valor de educar", y el recuerdo que tengo es bastante malo. A mi me daba la sensación de que no tenía ni idea el señor. Un libro desesperante, del que no saqué nada útil.
La verdad es que fue hace bastante, pero me pareción el típico libro que escribe uno sobre un tema que no conoce bien y va de espléndido, y de paso suelta unas cuantas burradas...
Claro que igual sólo fue mi impresión. No he vuelto a leer nada de Savater :)
Si me llego a encontrar con los libros en los que dices que pone lo que comentas en el post, seguramente me habría llevado la misma impresión. Supongo que me tropecé con el peor libro :( :)
je. Yo tampoco comparto demasiado su visión sobre la educación pero sí algunas opniones suyas acerca del laicismo en la sociedad. Se deja llevar demasiado por la vertiente cultural de los aspectos sociales olvidando que hay condcionantes biológicos y psicológicos que también influyen en esos temas.
Un saludo
¡Muy bueno; así se escribe; con los puños! ¡Yo no quiero ni pensar en poner comas de ningún tipo y mucho menos quitarlas! Un abrazo.
Con algunas de las citas literales de Savater que haces desde luego no se puede estar de acuerdo, y tampoco voy a decir que las hayas sacado de contexto o algo así (tampoco he leído el texto original). Parece claro que Savater resbala un tanto hacia la posición "humanista", a pesar de admitir que somos un cuerpo (no que "tenemos" un cuerpo, como dicen los auténticos dualistas esos de lo "material" contra lo "espiritual").
Pero lo que sí parece evidente es que hay distintos niveles de explicación y de discurso. Unos no excluyen los otros. Y por otra parte explicar el origen de algo (incluyendo las razones por las que surgió o cómo se forma) no es explicar lo que ese algo es.
O, en resumen: ¿Por qué crees que existe la biología y que el nivel de explicación biológica es pertinente? Al fin y al cabo, todo es física, como bien sabemos. Por tanto, deberíamos explicar la genetica de poblaciones y la neuroquímica en el único nivel fundamental y fetén: en el nivel de los leptones y los quarks ¿no te parece?
;-)
Tal vez sea lo que quería decir Savater, o tal vez sea sólo idea mía, pero:
Estoy completamente de acuerdo en que las ciencias han explicado gran cantidad de los fenómenos biológicos, y, en potencia, pueden explicar todos los mecanismos de los seres humanos hasta la conciencia misma ...
Pero esto no explica MI CONCIENCIA, es decir, ¿por qué estoy yo experimentando la conciencia de este cuerpo en concreto, y no otro? Si los cuerpos pueden funcionar con el propio mecanismo del universo, ¿para qué tengo que sufrir y gozar yo mismo de las experiencias de este cuerpo?
¿No os parece esto más interesante?
Anónimo: porque ese cuerpo eres tú. No es que lo habites, es que es lo que tú eres.
Vamos, es lo que me parece, igual no he entendido tu comentario.
Lo de "para qué", pues es una pregunta que a mi me pareció siempre algo desenfocada.
"La rosa sin por qué
florece porque florece"
Y lo mismo nos pasa a nosotros, aunque algunos florecen más que otros ¿no?
Saludos
aloe, precisamente lo que yo defiendo es el estudio interdisciplinar. Lo que hace Savetar, sin embargo, es excluir a la ciencia de ciertas explicaciones que tienen que ver con los campos humanistas, como el arte. Creo que el problema reside en que cuando nos hablan del origen evolutivo de un determinado órgano no nos vemos atacados, pero cuando ya nos hablan de nuestras ciobnductas la cosa cambia. Pero hay que tener claro que el cerebro es un órgano que ha evolucionado, exactamente igual que el resto y que hay infinidad de conductas y de tendencias psicológicas que están codificadas en nuestros genes. Hay a quien eso le parece en cierto modo una pérdida de libertad, pero esa ya es otra cuestión, más filosófica si queremos. Que nos guste o no, no es importante, lo importante es que es así y hay que ser consciente de ello. Así, todavía hay quien te lama nazi si dices que la violación podría ser una conducta que en ciertas circunstancias podía ser favorable evolutivamente, lo que es muy diferente de que yo defienda que se viole (una es una postura centífica, la otra moral).
Savater cree que la mente "aporta" algo al cerebro de lo que el cerebro carece. Esa es una confusión motivada por la no asunción de la identidad cerebro-mente. Al hablar de lo que me produce Bach puedo emplear el rico lenguaje psicológico y subjetivo o puedo, por el contrario, emplear el técnico, relativo a la activación de regiones cerebrales, procesos electrofisiológicos y eventos neuroquímicos que tienen lugar, pero en ambos casos estamos hablando exactamente de lo mismo, pero con lenguaje diferente. Lo de recurrir a ese "hay algo más" no es científico. Yo, al menos, necesito saber qué es ese más concreto, no su sospecha o intuición de que pueda ser así.
anónimo: tal vez no te vendría mal 8si quieres, claro) leer un par de apuntes que dedicamos en este blog al tema de la conciencia. la conciencia no es más que el producto de redes neuronales e tu cerebro (te guste o no). Y el hecho de que tengas emociones, intuiciones o necesidades es producto de la capacidad perceptiva de tu cerebro. Cerebro=mente. Mientras ese mensaje no se entienda, seguiremos en la prehistoria dualista.
Un saludo a ambos.
Eso es. nadie habla de un reduccionismo extremo aloe. Sino del hecho de poner sobre la mesa la poca consistencia del dualismo de cara al estudio científico del ser humano.
Si quieres imaginar cual puede haber sido el sentido evolutivo de nuestro pensamiento, imagina las personas que lo pierden en qué situación de encuentran.
Por ejemplo, un enfermo de alzheimer, que no sabe volver a su domicilio o una persona con el síndrome de korsakoff que tiene amnseis anterógrada, es decir, que no puede aprender cosas nuevas debido a una necrosis neuronal. Estas personas están tienen grandes problemas para la supervivencia.
El aprendizaje facilita la adaptación al medio y la supervivencia.
Anónimo: Las emociones están en el cerebro. Si a un mono muy agresivo le extirpan la amígdala, pasa de ser el mono agresivo a ser el mono manso. Las emociones son producto de la actividad neuronal de nuestro cerebro, o eso es lo que parecen indicar las evidencias neurocientíficas.
Por cierto, esta mañana en hispaciencia me he encontrado con esto...
http://neofronteras.com/?p=1082
Por lo visto a los creacionistas y defensores del DI no les vale con el museo ese que han montado, sino que ahora además va a empezar a publicar una revista pseudocientífica.
NO tengo la menor duda de que la mente es una función o un estado (o la palabreja que el argot profesional decrete en este momento) del cerebro. No hay que convencerme de eso.
Tampoco hay que convencerme del hecho evidente de que el cerebro ha evolucionado como el resto de nuestros órganos (cambiando más en el camino que cualquiera de ellos en los últimos millones de años), y por tanto nuestra mente, nuestra cultura (o capacidad para la cultura, mejor dicho) y demás, son producto de esa evolución. Tampoco hay que convencerme de que, tal y como es, el cerebro es producto de presiones selectivas bien marcadas, con todos los recursos que nos cuesta mantenerlo, y lo seriamente que el pensar afecta nuestra salud :-).
Pero no hay que confundir las cosas.
Hablar de arte en sus propios términos no es "decir lo mismo" que hablar en términos neuroquímicos. Cada una de las dos tiene algo que decir en sus propios términos, pero no son intercambiables.
La pregunta de si los términos y el discurso de la neurología lo "abarca todo" o no, es irrelevante o debería serlo para el científico. Por dos razones.
Una porque potencialmente el enfoque de las neurociencias lo abarcaría todo, pero en la practica es imposible, como es imposible en la práctica explicar la genética de poblaciones en teŕminos de leptones y quarks: aunque el biólogo no negará al físico que en el fondo todo lo que él estudia "no son más que" leptones y quarks, simplemente la proposición le parecerá irrelevante.
Otra, porque en la vida todo discurso y toda disciplina no son científicos. Podemos discutir sobre si en esos otros ámbitos fuera de la ciencia hay o no conocimiento que merezca tal nombre, y casi seguro que acabaremos discutiendo sobre el significado de la palabra "conocimiento", por otra parte.
Pero cualquiera que sea nuestra contestación a eso, el arte, como el juego, la ética y muchas otras cosas, tienen sus propias "reglas de juego": pueden ser estudiadas por la ciencia (todo puede ser estudiado en principio por la ciencia, si se tienen medios adecuados y conceptos adecuados) pero no son la misma cosa.
Por tanto, una evaluación estética y una evaluacion cientifica sobre la experiencia estética, no son la misma cosa, no dicen lo mismo y no son equivalentes.
Eso no es dualismo ni idealismo filosófico, o no más que achacar al biólogo o al economista que han hipostasiado conceptos abstractos no empíricos y no falsables cuando hablan de "selección natural" o "función de utilidad". Y efectivamente se les han hecho esas acusaciones, en ocasiones (Popper lo hizo, por ejemplo, con respecto a la selección natural). ¿Por qué, dirán los biólogos? ¿No tiene cada nivel de estudio su objeto definido en un determinado nivel de abstracción, y no utiliza gracias a ello los conceptos operacionalmente más útiles? ¿tenemos que habalr todos en términos de leptones y quarks, que al fin y al cabo son lo único que existe que sepamos? ¿Nos van a acusar de "emergentistas" y "holistas" por usar conceptos sistémicos como "selección natural"?
...No, claro. Los biólogos en esa discusion tenían raźon.
Pues mutatis mutandis...
aloe, estoy de acuerdo en lo sustancia contigo. He dejado bien claro en algunos de los comentarios que por lo que abogo es por el conocimiento multidisciplinar. A lo que yo iba es a que cuando se le pregunta a un artista sobre el gusto en seguida hablan de las modas y de que la Sociedad impone unos estilos sobre otros y cosas por el estilo, y no se paran a pensar que nuestro gusto también está influido por aquello que nos es agradable porque es bueno para nuestra supervivencia. Y aquí me refier a aquel que no está muy imbuuido en el mundo del arte. Esa es una de las causas por las que el arte abstracto no suele gustar y sí suelen gustar paisajes con árboles, casas y animales. Y no sólo en la cultura occidental sino en el resto de culturas. Un par de pintores rusos se han dedicado a investigar los gustos pictóricos en diversos países y han encontrado que son prácticamente los mismos (lo puedes ver en http://www.diacenter.org/km/). Pero con esto no quiero de cir que sólo los antropólogos o los neurocientíficos puedan hablar de arte (ni mucho menos). Mi crítica va hacia quien piensa que los roductos culturales están por encima de nuestra naturaleza humana, como si hubiesen caído del cielo. Y eso es precisamente lo que muchos humanistas sostienen.
Y, por supuesto, que uno puede hacer crítica literaria, por ejemplo, pero seguramente estaremos más seguros de la velocidad de la luz que de qué quiso exactamente representar Duchamp con El gran vidrio o qué demonios quiso hacer Joyce en el Ulyses.
Creo que en el fondo estamos de acuerdo pero tal vez no estemos discutiendo sobre lo mismo.
Un saludo.
No estoy en desacuerdo con lo que dices, pero me parece algo fuera de lugar que se les eche en cara a los artistas, críticos o lo que sea en general (como si son peluqueros o árbitros de fútbol) que no piensen en sus actividades en términos de evolución, selección natural y demás. ¿Por qué habrían de hacerlo?
Cualquier actividad humana es distinta de las razones por las que su posibilidad surgió en primer lugar (si es que hubo alguna razón y no fue un efecto colateral o unas mutaciones neutrales). No necesitamos, ni es particularmente beneficioso, preguntarnos mientras jugamos al fútbol o leemos una historia, o nos cortan el pelo defilado y a capas, el porqué y el cómo evolutivo de tales actividades tan particulares (por qué y cómo supuestos, porque en eso hay poco conocimiento y demasiada especulación).
Entiéndeme, no digo que haya algo que no debamos estudiar Ni de coña. Debemos estudiarlo todo, y al menos todo lo que queramos. Pero hacer algo o estudiarlo desde el punto de vista de la psicología, las neurociencias, la genetica... lo que sea, son cosas eminentemente distintas.
Lo que dices de los límites innatos de nuestras preferencias estéticas, es algo sostenido desde muy antiguo, y que como idea, no necesita la biología moderna para nada, solo el concepto de que hay cosas "naturales" en el hombre, que hay una naturaleza humana. Si en el siglo pasado ha estado de moda, por razones históricas, una cierta ideología de "la vanguardia", "la transgresión", "lo rompedor", "la innovación" y una cierta ideología romántica y posromántica sobre el artista como genio incomprendido, individuo que sufre para realizar algo nuevo y toda esa constelación de tópicos, pues eso es algo que también existe, es una tradicíón cultural (o de una cierta subcultura "altocultural").
Y que demuestra que la cultura puede desviarse hasta cierto punto de lo "natural". O que la idea de la naturaleza humana como guía del arte (y otras actividades) ha pasado por altibajos de fervor y rebeldía, aunque ahora esté de nuevo en alza. Nada más. El público y los que quieren conquistarlo ya jugarán a lo que quieran jugar, no te preocupes. Aunque no puedan calcular la dimensión fractal de la obra que se ofrece ni distingan el ARN del ADN. :-)
La cultura es una excelente herramienta biológica.
Good page!
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