30 octubre 2008

Casi dos décadas de captura de ballenas para monitorizar su condición

Un problema que nos encontramos con frecuencia en los estudios en biología es la necesidad de utilizar animales vivos para experimentar. En ciertos casos, la manipulación no acarrea severos costes para el animal, aunque en otros se hace necesario el sacrificio de cierto número de individuos. Con el fin de minimizar el número de animales sacrificados, existen ciertos mecanismos reguladores (organismos, científicos evaluadores, comités éticos…) que limitan el tamaño muestral disponible para esos estudios. En esta misma línea, cada día un mayor número de revistas incorporar entre sus requisitos, la aceptación de ciertos criterios de “bienestar” animal, con los que se pretende asegurar que los estudios allí publicados cumplan unas reglas básicas de respeto por la naturaleza. Situados en este marco, nuestra atención se centra en una nueva publicación. Con ella, parece que las alarmas científicas se han activado poniendo la moral de sus autores en tela de juicio y por extensión el comité editorial de la revista donde se publicó.

Para ponernos en escena, unos investigadores japoneses han utilizado datos recolectados de ballenas capturadas durante varios años en el ámbito del Programa Japonés para la Investigación con Ballenas en la Antártida (JARPA). Algo que, a priori, no parece que pudiera ser tan relevante como para alertar a la gente, ¿verdad?. Posiblemente, sea verdad, al menos, hasta que uno se da cuenta de que el total de las capturas ascienden a más de 4.000 ejemplares en una serie de 18 años (entre 1988-2005). (notesé que, como citan los autores “JARPA was started in 1987/88 under a special permit issued by the Government of Japan, based on Article VIII of the International Convention for the Regulation of Whaling”).

Aunque no he podido mirar con detalle el artículo, los principales resultados parecen señalar una tendencia en el cambio (pérdida) de grasa corporal (y peso) en la población de ballenas en los últimos años. Algo que responde al “main objective of the present study” que era “examine trends in body condition of the Antarctic minke whale during a recent 18-year period.” Estos resultados se han presentado en el número de Noviembre de la revista Polar Biology. Esta publicación “publishes Original Papers, Reviews, and Short Notes and is the focal point for biologists working in polar regions. It is also of interest to scientists working in biology in general, ecology and physiology, as well as in oceanography and climatology related to polar life.”

En este sentido, con independencia del valor y la relevancia de los resultados (lo cual, en gran medida lo desconozco porque no dispongo de los conocimientos oportunos), uno se queda con un sabor de boca un tanto malo. Lo primero, porque una revista científica acepte la publicación de unos datos obtenidos bajo un amparo, por lo menos, sospechoso (cualquiera conoce la problemática sobre la captura de ballenas y los amparos bajo los que se sustentan los balleneros). Y lo segundo, porque ante una tarea “científica” de tal calibre (en cuanto a tamaño muestral y años de trabajo que suponen la muerte de miles de ballenas) se han obtenido unas conclusiones de relativa relevancia (nótese que la revista en que se han publicado ocupa el puesto 52 de 116 dentro del área de Ecología -según su índice de impacto-). Entonces, uno, cuanto menos se pregunta, ¿es lógico la permisividad para cazar ballenas bajo el amparo de estudios de este tipo? ¿no tienen los organismos gubernamentales la sensación de que estas publicaciones son, simplemente, una excusa?

Como decía anteriormente, la política de ciertas revistas actuales es velar por el bienestar animal, evitando publicar datos obtenidos con métodos de dudosa ética (por no hablar de legalidad). Así, por ejemplo, revistas como Animal Behaviour en la guía de los requerimientos éticos que solicita a los autores, pregunta por detalles como el número de individuos muestreados, ¿qué se hizo con ellos?, ¿cómo se muestrearon?,… Los valores morales de cada uno son muy particulares, pero creo que muchos sentirían, cuanto menos una quemazón moral, si fuesen autores de un trabajo como el publicado en Polar Biology y tuviesen que contestar a estas preguntas. Además, es cuanto menos cuestionable, que estas publicaciones sean el amparo legal de la captura de ballenas desarrolladas por estos países. Que cada cual juzgue según sus principios, a mi personalmente me parece fatal (una vergüenza, vaya).

Ref.- Kenji Konishi, Tsutomu Tamura, Ryoko Zenitani, Takeharu Bando, Hidehiro Kato, Lars Walløe. 2008. Decline in energy storage in the Antarctic minke whale ( Balaenoptera bonaerensis ) in the Southern Ocean. Polar Biology 31: 509-1520.

Imagen: Greenpeace vía ElPais.com

3 comentarios:

Miski dijo...

Lo primero es que no me creo que sean sólo 4000 ejemplares los capturados, lo que todavía ennegrece más, si cabe, tus conclusiones, con las que estoy completamente de acuerdo.
En segundo lugar la carne de esas ballenas "retiradas" después es comercializada y acaba en platos de sofisticados y caros restaurantes japoneses...¿qué pensaríamos de un estudio científico sobre elefantes por el que se sacrificaran ejemplares durante 20 años y además se comercializace con sus colmillos?
En tercer lugar se me ocurren como poco dos métodos para medir la capa grasa de una ballena: extrayendo mediante punción una fina columna del tejido graso del animal, usando para ello un arpón preparado, o estudiando los cuerpos de animales que mueren por encontronazos con barcos o depredados por orcas (que sólo devoran partes concretas del cuerpo de la ballena cazada), si es el caso que la especie estudiada entra en la dieta de éstas últimas.
Desde luego, yo como biólogo prefiero tener ballenas en los océanos y no saber algunos detalles de su biología que saberlo todo de un animal que va a acabar extinto por las burradas del hombre...eso sí después vendrían programas multimillonarios para intentar utilizar el ADN, extraido de alguna muestra o animal conservado, para resucitar a la especie mediante clonación o técnicas similares.
Un saludo.

Aspective dijo...

Absolutamente de acuerdo. Utilizar "la ciencia" como excusa para la matanza continuada de ballenas (que seguro que si, que fueron más de 4000)es una vergüenza.

Jorge Ramiro dijo...

Creo que las ballenas son los animales más inteligentes que existen. Tienen un gran sentido de la orientación, como si tuvieran un gps interno.