A menudo suceden hechos que nos impresionan por su carácter imprevisible. Por ejemplo, el otro día estaba pensando en mi amigo Josué y justo en ese instante suena el teléfono y, ¿quién dirán que me llamaba?, ¡Exacto!¡Era Josué! Pero, ¿tiene este hecho algo de particular, algún significado oculto? Veamos: es posible que piense en Josué varias veces al día (simple amistad) y que reciba llamadas de unas veinte personas diferentes (pocos amigos pero bien escogidos), por lo que las probabilidades de que estuviera pensando en Josué y de que la llamada que recibiese fuese de mi amigo eran bastante altas. Otros sin embargo, prefieren dar a sucesos de este tipo otros significados más profundos y místicos, como Rupert Sheldrake con su “Conciencia global”, que afirma que formaríamos parte de una conciencia única y por tanto estaríamos todos conectados entre nosotros.
Sin embargo, analicemos el caso anterior, porque todavía no lo hemos desgranado suficientemente. El hecho de que yo pueda estar pensando en mi amigo Josué y que reciba una llamada de teléfono (sea ésta de quien sea) no son sucesos dependientes el uno del otro, es decir, conocer uno no nos dice nada sobre el otro. Llamemos p(A) a la probabilidad de que yo piense en mi amigo Josué y p(B) a la probabilidad de que reciba una llamada telefónica de mi amigo Josué. Estas dos variables, en matemáticas, se denominan independientes, pues p(A) no es dependiente de la probabilidad del suceso p(B), es decir, el hecho de que yo piense en Josué no quiere decir que crezca la probabilidad de que éste me llame. Lo que Rupert Sheldrake afirmaría es precisamente que estos dos sucesos son variables dependientes. A este tipo de causalidades se las denomina en estadística correlaciones espurias. Por ejemplo, en una muestra de niños de diferentes edades puedo correlacionar el tamaño del pie con la destreza de éstos realizando sumas. Sin embargo, estas dos variables no tienen relación (¿piensan los niños con los pies?): en realidad, los niños que tienen los pies más grandes tendrán más años y, por tanto, habrán recibido más clases de matemáticas (y, en este caso, bendito sea el Cielo, las habrán aprovechado). Me apunta mi compañero de bitácora otro ejemplo en este mismo sentido: un registro que encontraba una relación positiva entre el número de cigüeñas en un lugar dado y el número de nacimientos en ese mismo sitio (pero todos sabemos que los niños no los traen las cigüeñas, ¿verdad?)
El cerebro trabaja con patrones. ¿Qué significa esto? Que el cerebro relaciona un suceso, llamémosle A con una consecuencia B, lo cual puede ser ventajoso porque la próxima vez le permitirá anticiparse a la consecuencia y, por ejemplo, evitar posibles peligros. A veces estas relaciones vienen codificadas de forma genética, o se crean muy pronto en forma de reflejos, como apartar la mano al ponerla sobre una fuente de calor excesivo o el miedo instintivo que tenemos a las serpientes (sería más correcto decir a la forma de las serpientes). La formación de estos patrones constituye una innegable ventaja adaptativa y por eso se han conservado en la evolución, desarrollándose aún más en el ser humano, ya que le permite reconocer a personas, los objetos de su ambiente y, lo más importante, detectar cambios en éste.
Nuestro cerebro, por tanto, funciona muy bien con patrones, pero es bastante torpe al hacer frente a sucesos imprevisibles. Un ejemplo clásico de esta apreciación es lo que el matemático Nassim Taleb denomina “El problema del cisne negro”. Así, a principios del siglo XVIII, los colonos ingleses que volvieron de Australia trajeron consigo en las panzas de sus barcos varios ejemplares de la especie Cygnus atratus, que no son otra cosa que cisnes color azabache. Sin embargo, hasta ese momento se pensaba que todos los cisnes eran blancos, por lo que el descubrimiento de esta variedad de color negro supuso una cierta conmoción en la sociedad inglesa, ya que se trataba de un hecho imprevisible, y para darle explicación (crear patrones) se elaboraron todo tipo de teorías, algunas de origen místico, e incluso de tipo diabólico (en efecto, se afirmaba que estos cisnes eran la reencarnación del propio diablo). En realidad, lo único que trataban era de dar un sentido a ese hecho imprevisible*. Dice Taleb que es probable que suceda un hecho improbable, pero es mucho menos probable que suceda un hecho concreto (es muy improbable que caiga un rayo sobre una persona pero es aún menos probable que lo haga sobre mí mismo), por lo que el autor se plantea si no tendremos una tendencia a sobreestimar las coincidencias. Por tanto, la cuestión no es que tenga lugar un hecho poco probable, sino encontrar la probabilidad de que suceda algo de tipo general. Así, todo lo que podemos predecir se resume en la pregunta ¿cuál es la probabilidad de que algo de tipo general suceda? Obviamente podríamos excluir de este tipo de sucesos las tan socorridas experiencias de carácter anecdótico e irreproducible ofrecidas por las pseudociencias (aquello de a mí me pasó que...o, a la prima de la hermana de mi vecina la secuestraron unos alienígenas).
Últimamente han proliferado las manifestaciones a favor de una conexión cósmica y universal en la que todo estaría enlazado entre sí y el simple hecho de ponernos un calcetín alteraría el resto de moléculas del universo (seré justo: esto es una exageración pero tampoco está desencaminada del todo). Valedores de estas excéntricas hipótesis son el ya mencionado Sheldrake o algunos físicos como David Bohm o incluso filósofos, como Marina o Mosterín. Muchos de ellos tal vez se vean sorprendidos por problemas como el del cumpleaños: si juntamos a 23 personas tendremos un 50% de probabilidades de que dos de ellas cumplan los años el mismo día. ¿A qué se debe este hecho? No voy a detallarlo porque me extendería más de la cuenta, pero baste decir que tiene explicación matemática. Lo mismo ocurre con el teorema de los cuatro colores: este es el número de colores mínimo para poder colorear todos los países o regiones de un mapa y que dos de ellos del mismo color no compartiesen frontera. También se encontró la solución matemática a este dilema (con ayuda del famoso ENIAC, por cierto). Por tanto, hay hechos que psicológicamente nos resultan poco probables, que atribuimos a coincidencias y a los que damos un significado que muy probablemente no poseen, estableciendo causalidades que no existen.
¿Qué vías cerebrales podrían estar facilitando esta exagerada propensión al establecimiento de causalidades que se da en ciertas personas?. Aquí entro ya en el plano de la mera especulación. Mi idea es que en estas personas el sistema límbico (el que dota de un cariz emocional a los diferentes estímulos y, por tanto, da sentido a esos estímulos) se activaría más intensamente ante estos hechos imprevisibles. En esas condiciones la corteza prefrontal, que normalmente controla una actividad excesiva del sistema límbico, se vería incapaz de inhibir la actividad de éste y por tanto no entraría en juego (o en dosis mínimas) el pensamiento racional. Obviamente esta es una hipótesis poco elaborada en la que seguramente estén implicados factores culturales (los que han dado lugar a esa exacerbación de la actividad límbica) o incluso genéticos (no sé hasta qué punto este carácter podría ser adaptativo en ciertos momentos).
Sin embargo, analicemos el caso anterior, porque todavía no lo hemos desgranado suficientemente. El hecho de que yo pueda estar pensando en mi amigo Josué y que reciba una llamada de teléfono (sea ésta de quien sea) no son sucesos dependientes el uno del otro, es decir, conocer uno no nos dice nada sobre el otro. Llamemos p(A) a la probabilidad de que yo piense en mi amigo Josué y p(B) a la probabilidad de que reciba una llamada telefónica de mi amigo Josué. Estas dos variables, en matemáticas, se denominan independientes, pues p(A) no es dependiente de la probabilidad del suceso p(B), es decir, el hecho de que yo piense en Josué no quiere decir que crezca la probabilidad de que éste me llame. Lo que Rupert Sheldrake afirmaría es precisamente que estos dos sucesos son variables dependientes. A este tipo de causalidades se las denomina en estadística correlaciones espurias. Por ejemplo, en una muestra de niños de diferentes edades puedo correlacionar el tamaño del pie con la destreza de éstos realizando sumas. Sin embargo, estas dos variables no tienen relación (¿piensan los niños con los pies?): en realidad, los niños que tienen los pies más grandes tendrán más años y, por tanto, habrán recibido más clases de matemáticas (y, en este caso, bendito sea el Cielo, las habrán aprovechado). Me apunta mi compañero de bitácora otro ejemplo en este mismo sentido: un registro que encontraba una relación positiva entre el número de cigüeñas en un lugar dado y el número de nacimientos en ese mismo sitio (pero todos sabemos que los niños no los traen las cigüeñas, ¿verdad?)
El cerebro trabaja con patrones. ¿Qué significa esto? Que el cerebro relaciona un suceso, llamémosle A con una consecuencia B, lo cual puede ser ventajoso porque la próxima vez le permitirá anticiparse a la consecuencia y, por ejemplo, evitar posibles peligros. A veces estas relaciones vienen codificadas de forma genética, o se crean muy pronto en forma de reflejos, como apartar la mano al ponerla sobre una fuente de calor excesivo o el miedo instintivo que tenemos a las serpientes (sería más correcto decir a la forma de las serpientes). La formación de estos patrones constituye una innegable ventaja adaptativa y por eso se han conservado en la evolución, desarrollándose aún más en el ser humano, ya que le permite reconocer a personas, los objetos de su ambiente y, lo más importante, detectar cambios en éste.
Nuestro cerebro, por tanto, funciona muy bien con patrones, pero es bastante torpe al hacer frente a sucesos imprevisibles. Un ejemplo clásico de esta apreciación es lo que el matemático Nassim Taleb denomina “El problema del cisne negro”. Así, a principios del siglo XVIII, los colonos ingleses que volvieron de Australia trajeron consigo en las panzas de sus barcos varios ejemplares de la especie Cygnus atratus, que no son otra cosa que cisnes color azabache. Sin embargo, hasta ese momento se pensaba que todos los cisnes eran blancos, por lo que el descubrimiento de esta variedad de color negro supuso una cierta conmoción en la sociedad inglesa, ya que se trataba de un hecho imprevisible, y para darle explicación (crear patrones) se elaboraron todo tipo de teorías, algunas de origen místico, e incluso de tipo diabólico (en efecto, se afirmaba que estos cisnes eran la reencarnación del propio diablo). En realidad, lo único que trataban era de dar un sentido a ese hecho imprevisible*. Dice Taleb que es probable que suceda un hecho improbable, pero es mucho menos probable que suceda un hecho concreto (es muy improbable que caiga un rayo sobre una persona pero es aún menos probable que lo haga sobre mí mismo), por lo que el autor se plantea si no tendremos una tendencia a sobreestimar las coincidencias. Por tanto, la cuestión no es que tenga lugar un hecho poco probable, sino encontrar la probabilidad de que suceda algo de tipo general. Así, todo lo que podemos predecir se resume en la pregunta ¿cuál es la probabilidad de que algo de tipo general suceda? Obviamente podríamos excluir de este tipo de sucesos las tan socorridas experiencias de carácter anecdótico e irreproducible ofrecidas por las pseudociencias (aquello de a mí me pasó que...o, a la prima de la hermana de mi vecina la secuestraron unos alienígenas).
Últimamente han proliferado las manifestaciones a favor de una conexión cósmica y universal en la que todo estaría enlazado entre sí y el simple hecho de ponernos un calcetín alteraría el resto de moléculas del universo (seré justo: esto es una exageración pero tampoco está desencaminada del todo). Valedores de estas excéntricas hipótesis son el ya mencionado Sheldrake o algunos físicos como David Bohm o incluso filósofos, como Marina o Mosterín. Muchos de ellos tal vez se vean sorprendidos por problemas como el del cumpleaños: si juntamos a 23 personas tendremos un 50% de probabilidades de que dos de ellas cumplan los años el mismo día. ¿A qué se debe este hecho? No voy a detallarlo porque me extendería más de la cuenta, pero baste decir que tiene explicación matemática. Lo mismo ocurre con el teorema de los cuatro colores: este es el número de colores mínimo para poder colorear todos los países o regiones de un mapa y que dos de ellos del mismo color no compartiesen frontera. También se encontró la solución matemática a este dilema (con ayuda del famoso ENIAC, por cierto). Por tanto, hay hechos que psicológicamente nos resultan poco probables, que atribuimos a coincidencias y a los que damos un significado que muy probablemente no poseen, estableciendo causalidades que no existen.
¿Qué vías cerebrales podrían estar facilitando esta exagerada propensión al establecimiento de causalidades que se da en ciertas personas?. Aquí entro ya en el plano de la mera especulación. Mi idea es que en estas personas el sistema límbico (el que dota de un cariz emocional a los diferentes estímulos y, por tanto, da sentido a esos estímulos) se activaría más intensamente ante estos hechos imprevisibles. En esas condiciones la corteza prefrontal, que normalmente controla una actividad excesiva del sistema límbico, se vería incapaz de inhibir la actividad de éste y por tanto no entraría en juego (o en dosis mínimas) el pensamiento racional. Obviamente esta es una hipótesis poco elaborada en la que seguramente estén implicados factores culturales (los que han dado lugar a esa exacerbación de la actividad límbica) o incluso genéticos (no sé hasta qué punto este carácter podría ser adaptativo en ciertos momentos).
Un resultado en el laboratorio apoyaría en parte esta hipótesis. Peter Brugger, un neurólogo suizo, llevó a cabo un experimento con 20 personas que creían en sucesos paranormales y 20 que se consideraban escépticos. A estos voluntarios les mostró imágenes de rostros que eran reales y otros que estaban difuminados. Ellos tenían que decir cuáles eran las reales y cuáles las que no lo eran. También realizaron una prueba similar con palabras. Pues bien, los individuos “creyentes” cometieron más errores que los individuos escépticos al tratar de discriminar entre los rostros y palabras que no eran reales de los que sí lo eran. Sin embargo, cuando se inyectó L-DOPA, un precursor de la síntesis de la dopamina que permite que aumenten los niveles de este neurotransmisor en el cerebro, los escépticos cometieron más errores que antes. Afirma el autor del trabajo que la dopamina parece que ayudaría a la gente a ver patrones. No es sorprendente, llegados a este punto, saber que la dopamina es parte muy importante en los sistemas cerebrales de recompensa y motivación (integrados en el ya mencionado sistema límbico), que nos informan sobre qué estímulos son relevantes y cuáles no.
*Una anotación que hace referencia a la metodología científica, en particular a su carácter transitorio y a su continua validación. Del episodio de los cisnes negros Hume acuñó la siguiente afirmación: De la observación de un sinnúmero de cisnes blancos no se podrá inferir que todos los cisnes son blancos, sin embargo, ver un solo cisne negro será suficiente para refutar tal conclusión. Este mismo razonamiento es el que se aplica a todas las teorías científicas y al conocimiento científico en general. Si una teoría perdura es porque no se ha encontrado una sola observación experimental o supuesto teórico que refute esa teoría.
*Una anotación que hace referencia a la metodología científica, en particular a su carácter transitorio y a su continua validación. Del episodio de los cisnes negros Hume acuñó la siguiente afirmación: De la observación de un sinnúmero de cisnes blancos no se podrá inferir que todos los cisnes son blancos, sin embargo, ver un solo cisne negro será suficiente para refutar tal conclusión. Este mismo razonamiento es el que se aplica a todas las teorías científicas y al conocimiento científico en general. Si una teoría perdura es porque no se ha encontrado una sola observación experimental o supuesto teórico que refute esa teoría.
21 comentarios:
Hala!Da gusto como te enrollas jejee.
Por cierto ke con Josue también me pasó a mi una coincidencia ke yo todavía no me explico y ke seguramente él ni se acordará de ella.¡Me le encontré en la plaza de Legazpi!Kizir...ke él es de Segovia, y yo vivo en Moratalaz, y ni por asomo paso por allí apenas dos veces al año...nu sé, era una de mis épocas malas con la becaria y problemas varios con la línea6 de metro, acabé cogiendo la dirección contraria a la normal, luego decidí bajarme en Legazpi para cogerme un bus y fue salir del metro y ZAS!Me le encontré y fue muuuy raroo jajaja yo estoy dejando de kreer en estas kosas pero ciertamente parecía ke todas mis decisiones me habían llevado a ke nos cruzásemos, la verdad es ke estaba un poco de bajón y me subió mazo la moral el simple hecho de encontrármele sin esperarlo! Josué es un poco omnipresente eh, guarda un oscuro secreto creo yo... jejeje
Respecto a lo de la conciencia colectica, coincidencias varias, estudios matemáticos... sólo puedo decir ke la gente (y yo me incluyo) kree akello ke kiere kreer. Si tienen un miedo atroz a la muerte, dales un dios y se apaciguarán. Si no se explican cómo hay personas capaces de matar a otras, dales un supuesto "desequilibrio mental" y dormirán más trankilas por las noches. Si desean ardientemente conocer a su "media naranja" dales a una persona ke opine lo mismo ke ellas en muchos temas y parecerá ke el destino les ha unido. Y no dejan de ser teorías para explicar ciertos hechos. Estoy escéptica respecto a kasi todo jejee.
Por cierto, VIVA MIKE!Jajajajaja
Miriam
Lo sé, mis entradas son un poco largas, así es que en el futuro intentaré hacerlas más resumidas.
Creo que la gente cree lo que quiere creer y eso me parece bien, siempre que se quede en el ámbito de sus verdades personales. El problema surge cuando esas creencias se ven enfrentadas con las de otros que no las comparten. No me hace falta referirme al conflicto ateo/cristiano, simplemente me bastaría con el conflicto cristiano/musulmán.
El problema, en mi opinión, no se encuentra en la creencia o no (sigo con el ejemplo) en un Dios, sino en las consecuencias que eso conlleva (creencia en una moral sin razón alguna, sólo porque un supuesto Dios lo ha dicho).
Pior cierto, cambiando de tema y para el que no lo sepa, el pollo Mike es un pollo que logró vivir 18 meses sin cabeza (no tenía dañado el tronco cerebral). Es un animal mítico ya y que cuenta con su propia página web:
http://www.miketheheadlesschicken.org/
Un saludo.
Ayyy de las conexiones!! en realidad disfruto jugando con ellas como todo tio de vecino y a veces hasta pueden llegar a dejarme con la boca abierta, las hay muy raras y puñeteras, eim? pero en general mi sistema límbico se debe ver más ocupado con la ansiedad que con la magia... cachis!!
Quiero un sistema límbico a estrenar, ya!! la magia es más divertida digais lo que digais...
Y en cuanto a los patrones... no os dan miedo? vale, servirán en nuestra evolución (que no progreso, que sí, que lo recuerdo jeje) pero... y los imbéciles que nos vuelven a veces? sobre todo cuando nos hemos habituado a convertir patrones en eso que llamamos tópicos y funcionan igual... o ando mezclando cosas?
Lo del pollo me da algo de repelús...
Estoy de acuerdo con lo de la magia: es muy divertida, y eso no lo niego (a mí me divierte, y mucho) pero no es verdad, ¿qué le vamos a hacer?
He tenido ya alguna vez esta discusión con otras personas: el hecho de que yo sepa, por ejemplo, que ocurre en micerebro al enamorarme no le resta albsolutamente nada a lo enamorado que yo me pueda sentir. El físico Feynman puso una vez un ejemplo bastante bueno: todos sabemos que las estrellas son masas de gas a altas temperaturas y que debido a esas altas temperaturas liberan luz que llega hasta nosotros. Sin embargo, seguimos quedándonos extasiados contemplando un cielo estrellado (y, si estamos enamorados, mejor, je).
Un post increiblemente interesante. Creo que todo hijo de vecino se ha hecho alguna vez la famosa pregunta de las coincidencias. Hace mucho yo creía en ellas, pero con el tiempo me di cuenta que lo percibido podía no ser cierto. Ahora admito la posibilidad alternativa ligeramente pero me inclino bastante más hacia la tesis de la probabilidad expuesta aquí.
Un ejemplo:
En mi clase de psicología éramos unos 150. Pues bien, en fiestas de Bilbao (soy de justo al lado) siempre me encuentro entre 1 y 3 personas de mi clase. Lo he comprobado los dos últimos años y no me ha fallado ni uno. Mínimo una persona, máximo 3 (una vez creo que 4).
Podría pensar que en calles llenas de gente donde no se puede ni andar es algo muy improbable y son coincidencias. Pero al hacer un seguimiento me he dado cuanta de que ocurre de forma sistemática. Además no es tan extraño teniendo en cuenta que la gente jóven frecuenta los mismos sitios. Y eso que hablamos de 150 personas.
Pensemos la posibilidad de experiencias similares con toda la gente que conocemos (unas 90000).
De hecho en España se puede unir a dos personas cualesquiera con una media de 3 apretones de manos solamente (entre 2 y 6).
Y por cierto, en mi clase somos 3 los que cumplimos los años el mismo día.
Al decir Legazpi, por cierto me ha venido a la mente una experiencia que tuve sobre la que guardo gratos recuerdos. Pero no de la estación de madrid que supongo es el lugar del que habláis. Hay un pueblo en Euskadi escondido entre montañas que tiene ese nombre (igual que hay una estación en el metro de madrid que se llama bilbao).
Por cierto, para un trabajo de clase hice un mini estudio sobre las supersticiones. Y salió una cosa curiosa, que los mismos que creen en las supersticiones, creen en un destino predeterminado.
Si lo pensamos con detenimiento son dos cosas contradictorias. Si uno cree en un destino, para qué preocuparse por las supersticiones si el futuro ya está predeterminado.
Y sin embargo es ese pensamiento contrario al racional el que es común a ambas y permite creer en ambas al mismo tiempo.
Y referente a que las creencias personales son importantes, yo estoy muy de acuerdo con eso. Recordemos que las cogniciones guían la conducta. Depende de lo que crea haré una cosa u otra.
Por último, el intentar conocer la verdad no empobrece la vida. Opino como brainy. Un biólogo famoso que ahora no recuerdo su nombre dijo algo parecido. Cuando empezaron a estudiar las flores, había gente que decía que al estudiarlas iban a impedir que la gente disfrutara de la belleza de estas.
A mi me parece que es todo lo contrario. Al conocer lo compleja que es la realidad se le añade belleza. Si la vida real estuviese hecha por un ser humano podría considerarse la mayor obra de arte...
Las coincidencias, aunque sean simples estadísticas no dejarán de asombrarnos, por lo menos a mí.
El problema puede residir en que algunas personas se agarran a un clavo ardiendo porque no les guste la realidad tal y como es. Y por eso creen un destino maravilloso "tal y como les gustaría"..."tal y como se lo ha mostrado el cine".
Pero no el amor es tal como lo muestra el cine, ni lo tiene por que ser la vida...ni tantas otras cosas que aprendemos del cine (mundo que nos muestra un ideal impuesto por terceros y que es irreal) yo pienso que es mucho mejor, aunque no hay música ni caminos de rosas y eso a muchos no les guste...
Eso... qué le vamos a hacer?
Snif, vosotros seguid pinchándome los globos. Pienso chivarme a los duendes...
A ver ... poneis todos los huevos en la canasta del razonamiento guiado por la "lógica" y por la "experiencia". Lógica, -lo de los pies y las sumas- y experiencia, -lo del cerebro como última prueba o determinación de realidades complejas- que a su vez están basadas en axiomas y supuestos que como sabeís nos dicen lo que está bien de lo que no está, cuyas raices se pierden en la oscuridad del pensamiento. Lo dicho por Brainy está bien pero seguramente es válido sólo hasta estos momentos. Acepto el razonamiento pero siguo creyendo en fantasmas. Es necesario dejar la puerta abierta.
Vayamos por partes:
anónimo: estoy de acuerdo contigo en lo que has comentado. Por cierto también a mí la casualidades me sorprenden, pero la diferencias con respecto a otras personas es que no les busco un significado. Tal vez el problema es que mucha gente se hace mucho la pregunta por qué más que la pregunta cómo, que es la responde la ciencia y es única que podemos responder con un alto grado de certeza. Cuando intentamos responder a los porqués entramos a menudo en el terreno de la especulación y la moral.
Marga (o margot, como prefieras): siento mucho causarte esa pena, pero ya sabes que en mis otros blogs no mantengo esta postura. Avisé de que soy un poco esquizoide, pero intento distinguir bien realidad y ficción y soy el primero que se entusiasma con la ficción, pero creo que sé mantenerla en el rinconcito que le corresponde (que tampoco tiene por qué ser pequeño).
vichomartin: me parece un poco contradictorio tu comnetario. Estás de acuerdo en que lógica y experiencia son importantes pero dices que sólo es válido hasta cierto punto y que por eso crees en los fantasmas.
Lo primero, ser escéptico implica no cerrar puertas y yo te aeguro que no cierro puertas, pero necesito evidencias. Nuestro primer apunte llevaba por título algo así como la imposibilidad de demostrar la inexistencia. Yo no puedo negar la existencia de los fantasmas, pero el conocimiento (en el sentido más amplio) se mueve en el sentido contrario, es decir, para demostar que existen los fantasmas tendrás que demostrarlo con evidencias. La mayoría de las pruebas que se exhiben para demostrar los sucesos paranormales y la existencia de los distintos dioses proceden de la experiencia personal. El problema es que las experiencias personales corresponden al terreno de las verdades particulares, es decir, yo no puedo saber si lo que esa persona ha experimentado posee algún grado de verdad objetiva o no porque sólo lo ha experimentado ella. La ciencia, sin embargo, busca "verdades" (lo pongo entre comillas porque la ciencia nos provee más bien de aproximaciones a la verdad) que son intersubjetivas, es decir, que las pueden experimentar y conocer todos aquellos que lo deseen.
Por otro lado, puede haber evidencias que si bien son incapaces de refutar la existencia de los sucesos paranormales (véase fantasmas, duendes o Dios) si nos pueden llevar a firmar que dichas creencias son muy improbables.
La ciencia y en eso llevas razón no informa sobre la moralidad, es decir, no responde a la pregunta ¿qué debemos hacer?, pero sí puede aportar datos para inclinar la balnza en uno u otro sentido.
Por último, una frase de Sagan que espero que no te moleste (es una simple broma): tengo abierta la mente, pero no tanto como para que se me caiga el cerebro al suelo. Está frase definiría perfectamente la actitud escéptica.
Un saludo. Te esperamos por aquí.
Ahh no, si la ficción me gusta en su justa medida... era por incordiar, no más... jeje.
Os poneis tan serios aqui, nunca os pasa que cuando mirais a alguien muy serio os dan ganas de hacer muecas? jajajaja.
Valeee, prometo dejar de hacer el ganso (sólo un poco que va en mis genes). Pero el pollo ese tampoco, que me da miedo.
Pobrecito Mike, qué culpa tendrá él d q le cortasen la cabeza, y d q Pedro insista en darle vueltas cual pollo asado...
Estoy absolutamente de acuerdo en dejar puertas abiertas a los avances cientícos, siempre y cuando estos se asienten sobre hipótesis con capacidad de ser refutadas. Pensar en la posibilidad de existencia de los fantasmas, como dices vichomartin, está bien, pero es igualmente válido pensar en la existencia de cualquier otra forma "de vida" o "energía" que se mueva por el mundo o que lo dirija. El problema radica en que la existencia de estos factores no es demostrable y no se presentan pruebas que lo apoyen en ningún caso. Dices, que el razonamiento se asienta sobre axiomas y lógica, y es cierto, en parte, pues uno de los grandes sustentos de todo razonamiento científico son las evidencias, las demostraciones que apoyan o desmienten una posibilidad (que deben ser reproducibles,...). Un axioma, según la RAE es una proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración, por tanto, es una falacia decir que todo el sustento del razonamiento científico se basa en axiomas. Por contra, si entendemos por lógica la ciencia que expone las leyes, modos y formas del conocimiento científico
estaremos más proximos a una realidad de forma del método cientíco. Si eres capaz de demostrar la existencia de tales fantásmas con un razonamiento hipotético deductivo y una demostración empírica creeré en lo que dices, hasta entonces, creo que hablo por ambos firmantes de este blog permanecemos incrédulos al respecto.
Que diferencia hay exactamente entre el cómo y el por qué?
Creo que esta separación está un poco sujeta con pinzas, no te parece?...ambas son respuestas que busca la ciencia.
anónimo: la ciencia busca el cómo. Te lo demuestro con un ejemplo que además es leitmotiv en este blog: la evolución: nosotros nos podemos preguntar cómo se ha alcanzado la diversidad biológica actual. Eso nos lo responde la teoría de la evolución proporcionándonos los mecanismos para que tal diversidad se haya dado. Sin embargo la teoría de la evolución no responderá al porqué de dicha diversidad. El problema es que a menudo se confunde el sentido de estas dos preguntas. El cómo explica los mecanismos y el porqué lleva siempre implícito un cierto significado de intencionalidad o de sentido. Nos podemos plantear, empleando las técinas y metodoligía científicas, cómo ha aparecido el hombre pero no el porqué de su aparición. Lo explico algo mejor: la ciencia puede responder a ese cómo ha aparecido el hombre pero no al porqué, esas son las preguntas que se formulan la filosofía y la religión. La cuestión está en si es lícito o tiene algún sentido realizarse esas preguntas, es decir, si tiene alguna utilidad preguntarse por el sentido de las cosas. Desde el punto de vista evolutivo, por ejemplo, no tendría sentido plantearse el sentido del hombre porque ha aparecido de forma no guiada. Podemos plantearnos el sentido de la existencia del hombre desde un plano ético, tal vez, en su relación con el medio que le rodea, el resto de seres vivos y el resto de seres humanos, pero ese es ya otro ámbito que no tiene que ver con el sentuido trascendental que muchas veces tiene la pregunta por qué.
He consultado en la RAE y ambas palabras tienen el mismo significado (aparentemente). De todos modos haré una consulta para que me expliquen bien la diferencia. Aún así pienso que estas dos preguntas exigen respuestas distintas. Otro ejemplo: un asesinato. Nos podremos preguntar cómo se produjo el asesinato (el lugar, la hora del crimen, el arma empleada e incluso la persona que lo hizo si disponemos de epiteliales de dicha persona o de sus huellas, esto dever CSI te sorbe el seso), sin embargo, a no ser que el asesino nos diga por qué mató a la víctima, no podremos conocer ese porqué, tan sólo podremos hacer conjeturas. Unos podrán decir que fue por un arrebato de celos, otros que porque esa persona es un psicópata, es decir, nunca podremos tener datos objetivos que nos informen sobre el motivo real de ese asesinato. O a veces puede que no haya motivo; eso es lo que nosotros defendemos con respecto a la aparición del hombre por evolución (no habría móvil del crimen, y si lo hubiese habría que detenerlo, la verdad, je).
¿Y por qué sabemos que ese es el asesino? Entiendo lo que quieres decir, pero se podría decir que lo sabemos porque coinciden las huellas dactilares. No cacabo de ver una distinción tan clara.
Es que como he comentado la ciencia no nos provee de certezas (verdades absolutas), pero sí da respuestas que con una alta probabilidad son ciertas. Cuantos menos datos tengamos menores serán las probabilidades de que esa hipótesis sea cierta (como en el caso del asesino), aunque no descarto que alguien con buena intuición pueda descubrir algo con pocos datos. DE hecho, esto es lo bueno de la ciencias, que sus conocimientos son revisados constantemente, al contrario de lo que ocurre con las creencias religiosas. Sin embargo hay quien ve en este carácter provisional de la ciencia algo negativo cuando en realidad es una de sus cualidades más beneficiosas.
Vuelvo a la diferencia entre el cómo y el porqué. El como informaría sobre los mecanismos mientras que el porqué hace referencia a intencionalidad. No es lo mismo preguntar ¿cómo has preparado ese plato? que ¿por qué has preparado ese plato?
Felicidades por el Blog brainy, y por tu visita al Clan!.
Me gusta la tristemente atípica temática que abordas en él, así que iremos pasando de vez en cuando y debatiendo de temas que propongas...
Un saludo del Clan!
Sigo sin ver distinción. Por supuesto que lo que la gente se pregunta no es ciencia y tiene cierto sesgo lo que dificulta su objetividad. La gente se hace preguntas, pero en ningún momento digo que sea ciencia.
La distinción que propones la entiendo pero creo que no es tal. La palabrá "porque" se usa tb a mi modo de ver para explicar la causa de algo, que podría ser sino lo mismo, muy similar al "cómo que planteas"
Puedes preguntar tb...
¿Porqué sabe a dulce? Que hace referencia realmente a cómo lo preparaste.
no tengo tan claro que se pueda negar la presencia o existencia de algo por no verlo, posiblemente no estemos tan desarrollados como para ver o demostrar, como decís, la existencia de redes globales de energía, de conexión entre los humanos (siempre son coincidencias?) o mismamente los fantasmas. Por ejemplo, acaso se podía negar la existencia de los microorganismo antes de demostrar su existencia por el simple motivo de no verlos? quizás estos fantasmas o conexiones "no existan" simplemente porque no tenemos los medios para demostrar que, en efecto, existen.
no sólo existe lo que vemos: hay un problema en tu argumentación y es que empleas términos que creo que no sabes bien lo que significan, por ejemplo el de redes globales de energía ¿qué es eso?¿qué tipo de energía es? Y me gustaría una explicación científica no simples conjeturas.
Por otro lado, precisamente lo que yo defiendo es que la ciencia no puede negar (taxativamente) una hipótesis si esta no entra dentro de los métodos de la ciencia (de aquello que la ciencia puede explorar). Los fantasmas serían uno de esos ejemplos.
Lo que dices de los fantasmas no se sostiene por dos motivos. El primero: nadie propondría la existencia de los fantasmas si no los hubiese experimentado, por tanto, hay una base física (material) que permite esa percepción. La ciencia no puede decir nada sobre si esa percepción es real o no porque no es intersubjetiva (siempre volvemos a los casos anecdóticos y personales), como tampoco puede decirlo sobre las alucinaciones auditivas de los esquizofrénicos, pero todos damos por hecho que estas no son "reales" , tan sólo lo son para el que las percibe. El conocimiento actual del cerebro nos dice que todo lo que sentimos es fruto de la actividad de nuestro cerebro y no se ha encontrado órgano alguno que permita la detección de "energías globales" o de seres inmateriales (y no es porque no se haya intentado).
Por otro lado, argumentar que todavía no se sabe pero se descubrirá es como no decir nada, es simplemente conjeturar. En su época, los que afirmaban que las epilepsias las producían demonios también podían argumentar de ese modo y, sin embargo, después se encontró una causa física para tal enfermedad. Por cierto, la estimulación mediante campos magnéticos de ciertas regiones del cerebro (lóbulo temporal) permite que se sienta la presencia de dioses, fantasmas o demonios: esa es una base física para talers percepciones. Si alguien piensa que esas percepciones son causadas por seres más allá de esta realidad tendrá que probar cómo interaccionan estos con el cerebro. Pero yo me quedo con la navaja de Occam, si puedo explicar algo en un paso, me quedo ahí porque no necesito más.
No sé si habras leído al respecto pero todas las teorías que afirman que existen esas "redes globales de energía" y "esas conciencias cósmicas" fallan desde el punto de vista científico en algofundamental: violan las restricciones que impone la teoría de la relatividad porque necesitan la existencia de partículas que viajen más rápido que la luz (los denominados taquiones). Hasta ahora (y creo que será difícil hacerlo) no se ha podido probar la existencia de tales partículas.
Anónimo: volvemos a lo mismo, je. Te daré la razón en una cosa: la pregunta por qué puede a veces (ya te lo dije) funcionar como sinónimo de cómo (por ejemplo, en el caso de la pregunta que has formulado) pero en otros casos (como los que yo te he puesto como ejemplo) esta pregunta lleva implícito un carácter de intención o volición al que la ciencia no puede responder. Es a este segundo caso al que me refiero cuando digo que la ciencia no puede responder al por qué.
Ah, en breve trataré el tema de las experiencias místicas, que tiene que ver bastante con la percepción de fantasmas.
Estamos de acuerdo pues.
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